EL CONFINAMIENTO. María del Águila Barrios

 
 
 

Rejas

[Foto: LGV Alcalá (2008)]

 
 
 

Es el nombre de un tipo de castigo, una pena aflictiva. ¿Qué habremos hecho? El confinado es un condenado a vivir en un lugar en libertad, pero vigilado. En una isla, en una ciudad de frontera, en una montaña, en un bosque remoto…, o en una casa. Es quien sufre el confinamiento y el espacio acotado es el confín, donde su linde, el último término del espacio que le es dado como ¿libre?, está bajo el ojo de la Autoridad. El ojo que está en la cabeza que ha declarado la Alarma. Su cara no sabe ocultar lo muy alarmada que está por no saber del todo cuánto mando tiene para ser o no la Autoridad.

   Ahora ya no es importante lo que antes lo era tanto. Así que lo que se imponía como importante, ha dejado de serlo. Hoy mismo, ¿dónde está la brecha? Ahora sí que se han hecho evidentes las infinitas brechas que la Autoridad apartaba ayer mismo del catálogo de las oficiales.

   Los discursos de los que miran torvamente a los otros, los debates acres y agresivos, ¡y tan inútiles!, con los que nos atosigaban día tras día se han evaporado. Ahora parece que lo importante es lo público, que antes se denostó a favor de los beneficios de su privatización, y que se repartió arbitrariamente como se hace tras el saqueo con el botín de la invasión.

   Esta nueva peste ha descorrido el vergonzoso telón con el que se ocultaba lo mezquino y ruin. Lo que los canallas del Poder habían hecho a nuestras espaldas, con traición continuada y alevosa, dejando el país hecho unos zorros. Infelizmente verificamos que nos han desalmado, que nos lo han arrebatado. Sin embargo, compruebo que no han podido con los paisanos, los míos, los tuyos, aunque os confiese que siento que es muy triste contemplar esta vasta realidad deteriorada, y que me siento cansada, pero… ¡Que esté todo ocurriendo en primavera! La estación florida que cada año llega, deseada, tras los fríos del invierno. La primavera que nos desata pasiones, que se han quedado confinadas.

   Les dejo con un soneto de Rafael Alberti, titulado «Abril 1938», como despedida, con esperanza:

 
 
 

   ¿Otra vez tú, si esta venida

más que imposible me parece,

puesto que sube y reverdece

en tan tremenda sacudida?

 

   ¿Otra vez tú, tan sin medida

tu corazón, que estalla y crece,

mientras la tierra se enriquece

de vida muerta y nueva vida?

 

   ¿Otra vez tú poniendo flores

sobre la tumba improvisada,

sobre el terrón de la trinchera

 

      y esa apariencia de colores

en esta patria desangrada?

¿Otra vez tú, la Primavera?

 
 
 

[La voz de Alcalá, 2020]

 
 
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