¿CIUDAD AMABLE? Por María del Águila Barrios (con fotografía de Manuel Verpi 2013)

 

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Una mañana aparecieron las puertas de las casas con los aldabones robados. Las placas de las consultas de médicos y abogados, también robadas. Una mañana cualquiera de hace muy poco tiempo. Los cables de electricidad y teléfonos también robados. Aunque a nadie se le ha ocurrido robar las grúas que diariamente amenazan nuestra vida de simples peatones. Vadalejos arruinado, y robado. Basuras en La Retama, donde aún no han robado los eucaliptos. Dólmenes y demás tumbas milenarias expoliadas en Gandul, robadas. El paisaje del alcor destrozado con la osadía cruel del ignorante y del malhechor. El Castillo recién restaurado, y también recién saqueado, donde los niños pueden caer al patio de la Sima desde el paseo de ronda, y descalabrarse, porque sus barandas han sido arrancadas, para ser robadas. Todas las mañanas aparecen las calles cagadas por los perros. Cada perro con su dueño, del que, seguro, tendrán vergüenza de la falta de decoro por llevarlos a ensuciar a la calle, siempre. 

¿Saben algo de toda esta desidia, de todos estos daños y estos robos los denominados técnicos municipales? ¿Y la Policía Local? ¿Y los concejales, saben algo? ¿Saben algo en la Alcaldía? Bueno, si esta larga lista, que no es más que un ejemplo de una posible entre las muchas, y muy largas, amargamente largas, que están constituidas por evidencias que no escapan a la percepción de cualquiera, pues a poco que se dé una vuelta por Alcalá lo mínimo que puede ocurrirle es que pise una buena mierda de perro-dueño o, en el peor de los casos, se le caiga una grúa y lo despanchurre. No, es imposible que no lo sepan. Entonces cabe preguntarse ¿hacen algo? ¿Qué hacen ahí como titulares de todos esos cargos y funciones con denominaciones tan rimbombantes como falaces, con sus potestades, con su enorme capacidad de acción que sus normas claramente les permiten, y obligan a desenvolver en beneficio del pueblo en aras de satisfacer el interés común, el bien público y la paz social? ¿Para qué sirven tantas autoridades, tanto mando y tanto mandón si nadie manda nada? ¿Para qué toda esta gente, y sus trajes, sus uniformes, su parafernalia, su protocolo pacato? 

¿Ciudad amable? Con bastón de munícipe y jeta procesionaba el Viernes Santo, el no dimitido concejal Montero entre otros concejales de su partido y de los otros, y ni a los suyos, ni a los otros, les importaba un bledo acompañar al no cesado.

¿Ciudad amable? Para no salir de ella, si no se tiene coche o dinero para taxis, pues las líneas de autobuses van camino de ser como las del tranvía. Sevilla cada vez está más lejos o será un imposible cotidiano.

¿Ciudad amable? Me enternece la solidaridad de don Antonio con los trabajadores de Roca, o de Danone, o de Metasola, de Santa Bárbara, de Flex de… todas las fábricas de la ciudad amable.

¡Ay, qué disgusto más grande que nos mientan sin fin! En verdad, ¡cuánta crueldad albergan y con qué frialdad nos aguijonean a pesar de su negligencia! ¿Qué vamos a hacer? ¿Dejar de ser amables?

 

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El fotógrafo Manuel Verpi en «CARMINA»

 

3 comments.

  1. El peculiar nombre María del Águila Barrios, me parece una creación virtual. Su literatura no es del género femenino.

  2. Estimada tocaya y paisana mía, soy mujer, y si mi literatura no te parece del género femenino, quizá sea porque he aprendido mucho de algunos hombres.

    María del Águila Barrios

  3. Querida Tocaya: Me encanta que existas y que seas mujer. Cuando yo escribía desde distintos países en Siete Fechas Edición Europea, en una encuesta que hicieron, alguien dijo que le encantaban los artículos enciclopédicos del Sr. Águila. Así me firmaba yo. Es bueno que ya seamos dos las únicas escritoras con ese nombre en el Universo. Saludos cordiales.

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