LA LEYENDA DEL LABERINTO DE CRETA: EL MINOTAURO. Por José Manuel Colubi Falcó

 

Minotauro ciego guiado por una niña

1934

(De la serie de aguafuertes de la Suite Vollard)

Pablo Picasso

1881-1973

 

El segundo capítulo de la leyenda es el de los amores de la reina Pasífae con el toro que Minos destinó a semental de sus vacadas. Era el signo que le había elevado al trono y que, según la promesa del rey, tenía que ser ofrecido en sacrificio al dios de los mares, de donde éste lo había hecho emerger. Incumplido el voto, el castigo no se hace esperar: es de ley.

   Según el mito, irritado por tal incumplimiento, Posidón (Neptuno) vuelve furioso al toro y enloquece a la reina, que desde entonces siente por la bestia un amor irresistible —no es el único caso de bestialismo que nos refiere la mitología— y no cejará en su empeño de unirse con él. Estaba a la sazón en la corte un hombre ingenioso, artesano y raro inventor que había huido de Atenas y buscado refugio allí; se llamaba Dédalo, y Pasífae —brillo, fulgor, luz para todos— recurrió a sus buenos oficios para consumar su monstruoso proyecto. El exiliado construyó con su arte una ternera de madera tan natural, que el animal cayó en el engaño y se apareó con ella —con Pasífae, que se hallaba oculta en su interior— y al cabo de los meses nació una monstruosa criatura, medio hombre, medio toro, que recibió el nombre de Minotauro, «el toro de Minos». El rey, irritado y lleno de vergüenza, recurrió también a la habilidad y destreza de Dédalo para que construyera un aposento en que viviera aquél, lejos de todos.

   El resultado de los trabajos de Dédalo fue el Laberinto, el palacio en que vivía Minotauro, un conjunto inmenso de piezas, pasillos, corredores, salones, del que era imposible —salvo para Dédalo— salir, y en que todo visitante, desorientado, perecía sin más, por no hallar la salida. Allí vivía el monstruo, y allí devoraba —dice el mito— los tributos que las ciudades tributarias de Minos remitían al rey. Según la leyenda, anualmente los atenienses enviaban a Creta siete parejas de jóvenes, siete varones y siete mujeres, que constituían su censo y serían pasto del Minotauro.

   El Laberinto es, hoy, un recuerdo imborrable de la civilización minoica, es el palacio de la labrys, del hacha, es el símbolo de una cultura en la que se rendía culto especial al toro. Quien viaja a Creta y visita Cnosos, no olvida el Laberinto.

 

12 comments.

  1. Excelente labor la tarea de rescatar a los clásicos griegos y latinos por parte del profesor Colubi tanto en La Voz de Alcalá como aquí en Cármina.¿Y si todo lo escrito tomara cuerpo mortal en un libro? Creo que sería una útil herramienta para maestros y profesores (me incluyo) además de una lectura amena y como decían allende los siglos, instructiva.

  2. ¡Ay,Pablo, qué libro de mitología por el gran Colubi! Está ese libro dentro de nuestros grandes proyectos. Oye, me gusta lo de “cuerpo mortal”: sólo es inmortal la carne mortal, digo yo.

    Lauro

  3. Dices bien, no hay nada más inmortal que la carne hecha libro. Ese libro debe tomar cuerpo. Abrazos amigo.

  4. A ver si lo entiendo. Por una parte Gabella habla del cuerpo mortal en un libro. Lauro apuesta por la inmortalidad de un cuerpo mortal, y Gabella, yendo más allá, habla un dia después de la inmortalidad de la carne hecha libro.

    Es decir, en resumen, que un libro mortal es inmortal y un día después de escribir el comentario al ser inmortal es ya mortal.

    Vamos, como la vida misma. No lo cojo; no obstante tomo nota. Aunque no me entero de nada.

    Atte. A.L.

  5. A.L., te acompaño en la percepción y el sentimiento.

  6. Estimado AL, Lauro estimó que todo cuerpo mortal tiene la potencialidad de ser inmortal, aunque también hay cuerpos “in”, la mayoría de los inmortales provienen de lo mortal. Si el libro, es decir el concepto de libro, toma forma “mortal” en dicho artefacto realizado a base de celulosa y otros productos efímeros, es potencialmente inmortal. Y ¿todo a esto a que venía?….

  7. Desde luego con quien estoy de acuerdo en el significado de lo que he contestado a Pablo es lo que éste ha entendido, perfectamente. Así que, A.L., como te escribe El Hermano de Sigrid, te acompaño…
    Y repito, como Pablo, otra vez, ¿y todo esto a qué venía?, y respondo: a que hay que publicar un libro con estos Mitos e Historias de nuestro José Manuel Colubi, que trata inmortalmente sobre la carne mortal, que es lo único inmortal a lo que podemos aspirar.

    Lauro

  8. Ya lo veo más claro, Gabella; resulta que el prefijo privativo “in” equivalente al latino “nom” en un compuesto puede indicar proveniencia. Como en Inaudito.

    Jajaja. Qué manera de liar las cosas para no reconocer una contradicción, aunque ahora metáis conceptos como potencia y acto. ¡Sois unos cachondos!.

    A.L.

  9. Querido AL es que nos pone la carne mortal…

  10. Mortalmente inmortal, etc… ¿Cachondos? Del río Cachón en Zahara de los Atunes para celebrar la almadraba…, donde se inventó esa palabra…

    Lauro

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