– Por otro lado, si bien a disgusto veo que el estado se aplica a fondo cuando se trata de ocupar plazas, no con más gusto oigo, sin conseguir escuchar nada claro, la vociferancia pseudoasamblearia con pretensiones de representatividad de los llamados indignados ¡tengan la edad que tengan!
– Tú no sabes ver la verdadera revolución, que para mí está clarísima.
– Me estaré quedando ciego.
– ¡Y sordo!
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