IL DOLCE FAR NIENTE. Antonio Medina de Haro (1936-1997)

 

Foto: LGV 2009

 

ESTO quiere decir, de una forma eufemística, que es buenísimo no dar golpe. Lo que ocurre es que, para mí, aunque no se haga nada, es imposible permanecer con el pensamiento parado, por más que lo intente.

             Pues bien, yo aconsejo que para sacar provecho a las vacaciones del cuerpo, es buenísimo distinguir entre la contemplación reflexiva y el aburrimiento aniquilador, de una implacable tarde de verano.

             La tendencia a la modorra intelectual, hay que combatirla descubriendo, investigando y corriendo aventuras por entre los libros y los temas más recónditos, aunque ello cueste sudores.

             Este trabajo no cansa sino que entusiasma y enriquece tanto, que se siente uno superhombre y dominador del nihilismo existencial.

             No digo esto por presunción ni por hablar, innecesariamente, de mi dedicación. Lo digo por transmitir a los demás cuáles son mis medicinas habituales para avanzar en la única riqueza que es digna de consideración: la distinción espiritual.

             Muchas veces yo me canso de mí mismo, y cuando esto ocurre, es porque estoy en situación de alma seca. ¿Qué es esto? Pues, sencillamente, que me falta sentimentalidad. Para salir de todas estas situaciones, que cada uno siente a su manera, es preciso tener recursos y encontrar razones para no caer en la soledad que, por más que queramos, siempre es social.

             Por lo que si estamos preparados –cultivándonos incansablemente- para ser conscientes de nuestra conciencia, seremos libres y la serenidad presidirá nuestra monotonía.

 

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