NACIMIENTO DE MARÍA. Por José Manuel Colubi Falcó

Nacimiento de María
Ghirlandaio
S. XV 

En el Protoevangelio de Santiago, editado en la B.A.C. nº 148, podemos leer, en su original griego y en versión española (páginas 136 y siguientes), el relato del nacimiento de María. Su madre, Ana, triste por su esterilidad, no deja de implorar al Altísimo la bendición de un hijo, hasta ver atendida su súplica. Traduzco el texto griego que interesa. Dice así:

            «Y he aquí que un ángel del Señor llegó sobre ella diciendo: “Ana, Ana, el Señor escuchó tu súplica y concebirás y parirás, y de tu semilla se hablará en toda la (tierra) habitada.” Y Ana dijo: “Vive el Señor, mi Dios, que si paro, sea macho, sea hembra, lo llevaré como don al Señor mi Dios, y estará sirviéndole todos los días de su vida.”

            »Y he aquí que llegaron dos mensajeros diciéndole: “He aquí que Joaquín, tu marido, viene con sus rebaños. Pues el ángel del Señor bajó junto a él diciéndole: “Joaquín, Joaquín, escuchó tu súplica el Señor Dios, baja de ahí, pues he aquí que Ana, tu mujer, concebirá en su vientre.”

            »Y bajó Joaquín, y llamó a sus pastores diciéndoles: “Traedme aquí diez corderas sin mácula e irreprochables, y serán para el Señor mi Dios; traedme también doce blandas terneras, y serán para los sacerdotes y el sanedrín, y cien cabritos para todo el pueblo.”

            »Y he aquí que Joaquín llegó con sus rebaños, y estaba Ana junto a la puerta y vio que Joaquín venía, y a la carrera se colgó de su cuello diciéndole: “Ahora sé que el Señor Dios me colmó de bendiciones. Porque he aquí que la viuda ya no es viuda, y yo, la estéril, concebiré en mi vientre”. Y pasó descansando Joaquín el primer día en su casa.

             »Y sus meses fueron cumplidos; en el noveno mes parió Ana. Y preguntó a la comadrona: “¿Qué he parido?” Ésta dijo: “Hembra”. Y dijo Ana: “Mi alma fue engrandecida en este día”, y la reclinó (en el lecho). Cumplidos los días, Ana se purificó, dio el pecho a la niña y por nombre la llamó Mariam.

            »Día a día se hacía fuerte la niña. Llegada a los seis meses, su madre la puso en tierra, para probar si se tenía firme. Y habiendo dado siete pasos fue al regazo de aquélla. Y la cogió diciendo: “Vive el Señor mi Dios, que no pasearás en esta tierra hasta que te haya llevado al templo del Señor. Y le hizo un santuario en su habitación, y no dejaba que nada común e impuro pasara por ella. Y llamó a las hijas de los hebreos, las inmaculadas, y la entretenían.» 

7 comments.

  1. Quisiera mandar un saludo a Don José Manuel Colubi, cuyo magisterio recibí en el Instituto Albero y que me transmitió el amor por las Clásicas. Un saludo.

  2. David,

    Muchos le debemos a José Manuel muchísimo.

    Gracias por visitar CARMINA

    L.

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