Posts from noviembre 2016.

EPÍGRAFE. Mário de Sá-Carneiro (1890-1916)

 

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Eremitorio arrábido

[Foto: Lorenzo del Término (Portugal 2016)]

 

A sala do castelo é deserta e espelhada.

Tenho medo de Mim. Quem sou? De onde cheguei?…
Aqui, tudo já foi… Em sombra estilizada,
A cor morreu —e até o ar é uma ruína…
Vem de Outro tempo a luz que me ilumina—
Um som opaco me dilui em Rei…

 

[MÁRIO DE SÁ-CARNEIRO (1890-1916)

Poesías.

Editorial Nova Ática. Lisboa 2004.

Pág. 83]

 

VIDA VICARIA. María del Águila Barrios

 

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[Foto: LGV Sevilla 2008]

 

El avance constante y apisonante de lo digital y virtual desde la más tierna infancia nos va dejando sin experiencias y provocando una mudanza ontológica de la que aún no tenemos resultados sino algunas intuiciones o atisbos. Hoy, más que nunca la vida vicaria es vida encarnada, pero este vivir la vida de otros no solo afecta al individuo sino que, hoy en día, afecta a estados o naciones que quieren ser otro y no aceptan lo que son o han sido.

   Las experiencias que derivan de esta forma de vida virtual son las que influencian el comportamiento, anteponiéndose a la comprensión y el entendimiento, al desarrollo y la sostenibilidad del sujeto, especialmente en los asuntos colectivos, asuntos en los que el ser humano está casi inevitablemente desatento de sí mismo impelido hacia la búsqueda de otro sí, porque su memoria está quebrada y sin asideros posibles.

   Ante un medio digital saturado de informaciones donde hay poco espacio para la imaginación, las interacciones sociales, la crítica o la interpretación, el panorama se debilita, enferma, y se empobrece, aunque aparentemente nos sintamos muy informados, más bien es una saturación de información, que no es información sino datos y más datos llenos de contradicciones, paradojas, errores de expresión aceptados, sobre las que se sustentan las nuevas contribuciones e intervenciones, y la vida vicaria las cree, las aprovecha, las consume y las hace suyas perdiéndose toda identidad sustentada en la verdad y la justicia.

   En definitiva, lo virtual y lo digital ocupan tanto espacio que no dejan hueco alguno a la reflexión, al pensamiento, a la expresión sincera. Todo lo que leo o escucho no lo dice nadie, se dice en los medios y se reproduce ad infinitum, ahora se dice viral que, para más inri, y en consonancia con este tiempo, es un término impuesto y mal utilizado.

   Esta vez, me puse frente al ordenador para escribir mi artículo quincenal y no hallaba idea porque quizá ya esté contaminada, haya enflaquecido mi pensamiento con tanta carga noticiera reparada para sorber nuestro tiempo y enfermarnos. Por suerte, aún guardo memoria de quienes he leído y, vacía de ideas nuevas, he podido recordar reflexiones de J. P. Queiroz (2016) y McLuhan (1994) para apoyar estos pensamientos.

 

[La voz de Alcalá, 15 al 30 de noviembre de 2016, año XXV nº 441]

 
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Si quiere leer más textos de María del Águila Barrios en «CARMINA»,  pinche en su nombre.
 

EL ESTANDARTE O EL IMPERIO CONTRAATACA. De la serie «NOTICIAS DE UN IMPERIO» (Núm. 1). Por Pablo Romero Gabella

 

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Concierto de Año Nuevo en Viena

 

La literatura sobre el fin del Imperio austro-húngaro no solo es un campo fértil para nostálgicos del mundo de ayer, para fans postmortem de Sisi Emperatriz o para intelectualoides que buscan algo que les dé elegancia; es además de todo eso un mundo en sí mismo, un mundo de eterna decadencia que ha dado grandes joyas literarias, tales como La marcha de Radetzky o la Cripta de los Capuchinos, ambas de Joseph Roth, sino también obras menores pero no por ello despreciables.  En nuestra comienzo de «Noticias de un Imperio» comenzaremos con la novela El Estandarte, del austríaco Alexander Lernet-Holenia. Publicada en 1934 alcanzaría una cierta popularidad, que en el caso de España le llevaría a formar parte de la Colección Reno de Plaza & Janés junto a títulos tan dispares como Kapput de Curzio Malaparte. Aunque todos compartían el mismo futuro de amarillear de hojas y de cuartear de pastas, esas mismas donde en las portadas se imitaban los grandes carteles que anunciaban en los cines las películas de las décadas de los 50,60 y 70.

   Esta novela «pulp» imperial tiene algo que nos sigue (y me refiero sobre todo a los que militamos en la Cofradía de la Cripta de los Capuchinos) atrayendo. Es de celebrar en estos tiempos que fuera reeditado en España en 2013 por Libros del Asteroide.

   El tema no es otro que la nostalgia del fin de un mundo que daba sentido a toda una pléyade de tipos que no encajarían en la Europa de entreguerras o que mal encajarían en un mundo que se preparaba para una guerra que ya sería la suya. El protagonista es el capitán Menis, un verdadero «yonki» del Imperio, un enganchado a los trajes de gala, los valses y polkas hasta el amanecer y los impertinentes para la ópera. Pero no todo era superficialidad, también estaba el honor, el cumplimiento a la palabra dada al Emperador y a la bandera.

   El ex oficial de caballería Menis, que vive en la placidez burguesa de la Viena de los años 20, se considera un muerto viviente, un «zombi» austro-húngaro, porque piensa que debiera haber muerto en el cruce del río Danubio en el Belgrado de noviembre de 1918. Aún así,  compadecido por los excombatientes que malviven como mendigos en las «strasse» de Viena, recuerda que él creyó salvar el honor del Imperio, o al menos, salvar una parte de su honor: el estandarte imperial de su regimiento.

   La novela transcurre en los últimos días de la 1ª Guerra Mundial y como tal en los últimos días del Imperio. El oficial Menis recuerda cómo, sirviendo en Belgrado, es testigo y a la vez protagonista de la sublevación de sus soldados polacos que se niegan a seguir luchando bajo las banderas del Imperio y de cómo los oficiales austríacos intentan hacerlos entrar en razón utilizando las ametralladoras. Tras la masacre, la derrota, el desastre; la huida de Menis con el estandarte, escondido en su guerrera, acompañado por una extensa «troupe» (incluida su amada) es una «road movie» por las nuevas repúblicas que nacieron del despojo habsbúrgico.

   Después de pasar variopintas aventuras (incluido en ellas el elemento sobrenatural) nuestro héroe llega a una Viena sumida en la indiferencia y en una pseudo-revolución republicana que era lo que quedaba cuando todo lo demás había desaparecido.

   En mi opinión, las mejores escenas transcurren en el fantasmagórico palacio imperial de Viena, donde un remedo de emperador, el joven Carlos I, se dispone a abandonar para siempre el Imperio, dejando huérfanos a sus servidores palaciegos que deambulan como espectros por las regias estancias. El último Habsburgo imperial acabará siendo un perjuro, deshonrando a los que habían muerto defendiendo su «Kakania»: el emperador…no tenía derecho…a anular el juramento que los muertos habían prestado.

   El Imperio seguiría viviendo en los muertos, un imposible necrófilo que magistralmente Claudio Magris calificó como el mito habsbúrgico y que millones de personas celebran todos los primeros de enero al sentarse ante sus televisores para ver el Concierto de Año Nuevo desde Viena.

 
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«LOS DÍAS CONTADOS» O LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ EN TRANSILVANIA [1ª PARTE]. De la serie «NOTICIAS DE UN IMPERIO» (Núm. 2). Por Pablo Romero Gabella

«LOS DÍAS CONTADOS» O LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ EN TRANSILVANIA [2ª PARTE]. De la serie «NOTICIAS DE UN IMPERIO» (Núm. 3). Por Pablo Romero Gabella

«LOS DÍAS CONTADOS» O LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ EN TRANSILVANIA [3ª PARTE]. De la serie «NOTICIAS DE UN IMPERIO» (Núm. 4). Por Pablo Romero Gabella

 

«OH HADO ESECUTIVO EN MIS DOLORES». Garcilaso de la Vega (1501-1536)

 
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Nocturno en lugares santos

[Foto: Olga Duarte Piña (Alcalá 2012)]

 

«El soneto XXV, notable por su emoción, pudo ser escrito (…) después de una probable visita del poeta a la sepultura de su dama. Esta visita pudo tener lugar en el viaje que Garcilaso hizo a España, con una comisión del Virrey de Nápoles, en 1534, poco después de la fecha en que debió morir Dª Isabel.»

 

[Obras de Garcilaso.

Edición de Tomás Navarro Tomás (1884-1979).

Editorial Espasa-Calpe, S.A. Madrid 1970]

 

SONETO XXV

 

   ¡Oh hado esecutivo en mis dolores,
cómo sentí tus leyes rigurosas!
Cortaste el árbol con manos dañosas,
y esparciste por tierra fruta y flores.

   En poco espacio yacen mis amores
y toda la esperanza de mis cosas,
tornadas en cenizas desdeñosas,
y sordas a mis quejas y clamores.

   Las lágrimas que en esta sepultura
se vierten hoy en día y se vertieron
recibe, aunque sin fruto allá te sean,

   hasta que aquella eterna noche oscura
me cierre aquestos ojos que te vieron,
dejándome con otros que te vean.

 
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Garcilaso de la Vega en «CARMINA»:

«OH DULCES PRENDAS, POR MÍ MAL HALLADAS» (SONETO X). Garcilaso de la Vega (1501-1536)

SONETO V. Garcilaso de la Vega (1501-1536)
«ABRAZARSE A SU DOLOR COMO ÚNICO CONSUELO» (SONETOS XXXII Y XX). Garcilaso de la Vega (1501-1536)
APROXIMACIONES A LA POESÍA HUNGÁRICA (Olga Duarte Piña y Lauro Gandul Verdún, 2008)
«CERCA EL DANUBIO UNA ISLA…» (CANCIÓN III). Garcilaso de la Vega (1501-1536)
 
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SONETOS EN «CARMINA»