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«CERCA EL DANUBIO UNA ISLA…» (CANCIÓN III). Garcilaso de la Vega (1501-1536)

 

RO TransfagarasPresaArges 2004

[Foto: Cuenca danubiana LGV (Rumanía 2004)]

 

   «Al llegar a Ratisbona, en marzo de 1532, el Emperador, informado del asunto de Garcilaso por cartas de la Emperatriz, confinó al poeta en una isla del Danubio, sin que el memorial presentado por Garcilaso en su defensa ni las gestiones de sus amigos pudiesen evitarlo.

   »El confinamiento de Garcilaso debió durar hasta julio o agosto de 1532 en que el duque de Alba logró que se le concediese, en concepto de destierro, trasladarse a Nápoles a las órdenes del virrey D. Pedro de Toledo. Durante su permanencia en la isla del Danubio Garcilaso escribió la canción III y, probablemente, algunos de sus sonetos (…) En dicha canción, hábilmente ajustada al estilo del Petrarca, el sentimiento de la Naturaleza se manifiesta de una manera más perceptible que en las composiciones de Garcilaso de fecha anterior. El rasgo más saliente de esta poesía es, sin embargo, el abatimiento del poeta ante los reveses de su fortuna y ante el fracaso de su vida sentimental.»

   «Pero en la canción del Danubio, Garcilaso, hecho ya a sus desventuras, apoya amargamente su resistencia en sus propias desilusiones y espera sin temor su porvenir no obstante haber caído en desgracia con el Emperador y verse “preso y forzado y solo en tierra ajena”.»

   «Supuso Navarrete que la isla del Danubio a que Garcilaso se refiere debió ser la de Schut, cerca de Presbourg (actual Bratislava, capital de Eslovaquia), donde Carlos V había establecido contra los turcos una posición militar. Más probable parece, como indica Keniston, que se trate de alguna de las varias islas que forma el Danubio cerca de Ratisbona, donde el Emperador, con la plana mayor de sus fuerzas, se encontraba en aquella fecha. La isla de Schut se halla a una distancia de más de 600 kilómetros de Ratisbona.»

   «Garcilaso, en su destierro, lamenta haber perdido el favor del Emperador, en cuyo servicio había empleado toda su vida.»

   «Parece entenderse que la desesperanza del poeta respecto a sus relaciones con Dª Isabel de Freyre, casada desde algún tiempo antes con D. Antonio de Fonseca, lo tenía en un estado de ánimo insensible a cualquier otra desgracia.»

 

[Obras de Garcilaso.

Edición de Tomás Navarro Tomás (1884-1979).

Editorial Espasa-Calpe, S.A. Madrid 1970]

 

CANCIÓN III

 

   Con un manso ruido
de agua corriente y clara,
cerca el Danubio una isla, que pudiera
ser lugar escogido
para que descansara
quien como yo estó agora, no estuviera;
do siempre primavera
parece en la verdura
sembrada de las flores;
hacen los ruiseñores
renovar el placer o la tristura
con sus blandas querellas,
que nunca día ni noche cesan dellas.

   Aquí estuve yo puesto,
o por mejor decillo,
preso y forzado y solo en tierra ajena;
bien pueden hacer esto
en quien puede sufrillo
y en quien él a sí mismo se condena.
Tengo sólo una pena,
si muero desterrado
y en tanta desventura,
que piensen por ventura
que juntos tantos males me han llevado;
y sé yo bien que muero
por sólo aquello que morir espero.

   El cuerpo está en poder
y en manos de quien puede
hacer a su placer lo que quisiere;
mas no podrá hacer
que mal librado quede,
mientras de mí otra prenda no tuviere.
Cuando ya el mal viniere,
y la postrera suerte,
aquí me ha de hallar,
en el mismo lugar,
que otra cosa más dura que la muerte
me halla y ha hallado;
y esto sabe muy bien quien lo ha probado.

   No es necesario agora
hablar más sin provecho,
que es mi necesidad muy apretada;
pues ha sido en un hora
todo aquello deshecho
en que toda mi vida fue gastada.
¿Y al fin de tal jornada
presumen espantarme?
Sepan que ya no puedo
Morir sino sin miedo;
que aun nunca qué temer quiso dejarme
la desventura mía,
que el bien y el miedo me quitó en un día.

   Danubio, río divino,
que por fieras naciones
vas con tus claras ondas discurriendo,
pues no hay otro camino
por donde mis razones
vayan fuera de aquí, sino corriendo
por tus aguas y siendo
en ellas anegadas;
si en tierra tan ajena
en la desierta arena
fueren de alguno acaso en fin halladas,
entiérrelas, siquiera,
porque su error se acabe en tu ribera.

   Aunque en el agua mueras,
canción, no has de quejarte;
que yo he mirado bien lo que te toca.
Menos vida tuvieras
si hubieras de igualarte
con otras que se me han muerto en la boca.
Quién tiene culpa desto,
allá lo entenderás de mí muy presto.

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Garcilaso de la Vega en «CARMINA»:

SONETO V. Garcilaso de la Vega (1501-1536)

APROXIMACIONES A LA POESÍA HUNGÁRICA (Olga Duarte Piña y Lauro Gandul Verdún, 2008)

JARCHAS. Versión al español moderno por Margit Frenk Alatorre

 

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[Foto: LGV (Alcalá 2014)]

 

   «Desde tiempo atrás se tenían noticias del refinado invento de Mocáddam de Cabra, poeta árabe del siglo IX: había creado la muwáshaha, artificioso poema en árabe clásico, que debía rematar en una estrofa (jaýa) escrita en lenguaje callejero, ya fuera árabe vulgar, ya el romance de los cristianos. Por el mismo contraste de estilos, esa avulgarada estrofilla debía dar al poema su “sal, ámbar y azúcar”.»

   «En 1948 el hebraísta Samuel M. Stern reveló al mundo veinte jarchas escritas en lengua romance, que figuraban en muwáshahas hispano-hebreas de los siglos XI a XIII; la más antigua parece ser anterior al año 1042. Y esas pequeñas estrofas resultaron ser encantadoras cancioncillas de amor puestas en boca de una muchacha: ingenuos lamentos de ausencia, dolorosas súplicas al amado (designado con el arabismo habibi), apasionadas confidencias a la madre y a las hermanas.»

   «Las canciones mozárabes pertenecen al género más característico de la primitiva lírica europea en lengua vulgar: la canción de amor femenina. Son compañeras del Frauenlied alemán, de la chanson de femme francesa, de la cantiga d’amigo gallego-portuguesa, del “cantar de doncella” castellano y catalán.»

   «Recordemos que en los siglos XIII y XIV los trovadores del Occidente hispánico crearon una escuela poética que seguía de cerca los procedimientos, la técnica y el espíritu de la poesía provenzal.»

 [Lírica española de tipo popular, de Margit Frenk Alatorre.

Ediciones Cátedra, S.A.

Madrid 1989]

 

[Jarcha núm. 2]

 

Puesto que sabes adivinar,
y adivinas la verdad,
dime cuando vendrá
mi amigo Isaac.

 

[Jarcha núm. 9]

 

Vase mi corazón de mí.
¡Ay, Dios!, ¿acaso tornará?
Tanto me duele por el amado:
enfermo está, ¿cuándo sanará?

 

[Jarcha núm. 15]

 

Dime, ¿qué haré?,
¿cómo viviré?
A este amado espero,
por él moriré.

 

[Jarcha núm. 16]

 

¿Qué haré o qué será de mí,
amado?
¡No te apartes de mí!

 

[Jarcha núm 18]

 

¡Tanto amar, tanto amar,
amado, tanto amar!
Enfermaron mis ojos brillantes
y duelen tanto.

 

[Jarcha núm. 22]

 

Señor mío Ibrahim, ¡oh dulce nombre!,
vente a mí de noche.
Si no, si no quieres, iréme a ti:
dime dónde encontrarte.

 

[Jarcha núm. 26]

 

¡Piedad, piedad, hermoso! Di,
¿por qué tú quieres, ¡ay Dios!, matarme?

 
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[Foto: LGV (Alcalá 2014)]

 

TABLAS, Felipe Vara del Rey. (2016)