Posts from mayo 2011.

MARCO ATILIO RÉGULO. Por José Manuel Colubi Falcó

 

Régulo
Joseph Mallord William Turner
1775-1851

 

Recuerdo la campaña promovida hace años sobre la nueva educación próxima a implantarse, la educación en los valores, que a más de uno –yo incluido- le produjo cuando menos perplejidad –como si la recibida en nuestros años juveniles hubiera sido una educación en los no valores o en su negación-. ¿Las obras de misericordia, por ejemplo, que aprendimos de memoria e inducidos a su práctica, no lo eran? ¿Los muchos modelos que ofrece la historia, laicos y no laicos, tampoco? ¿La historia, o leyenda, de Régulo, paradigma de virtud cívica y de fidelidad al juramento prestado, incluso al enemigo, no constituyen un legado de valores? Veamos cuál fue la conducta de este insigne –y pobre- romano.

             Marco Atilio Régulo, de la gens Atilia, fue elegido cónsul en 267 a.C. y reelegido en 256, derrotó por tierra y por mar a los cartagineses y, siguiendo órdenes del Senado romano, llevó la guerra a África, donde siguió cosechando victorias. Se dice que el cartaginés Hanón vino a su presencia para tratar de la paz, y como algunos incitaron a Régulo a hacerle lo mismo que los enemigos habían hecho años antes al romano Cornelio –encarcelarlo-, aquél tranquilizó a Hanón diciéndole: «La lealtad romana te libera del miedo que tienes, Hanón.» Habiéndosele prorrogado el mando, pidió al Senado ser relevado porque su campito, falto de cultivo, no permitía subsistir a la familia, mas la corporación obvió el problema dándolo en arriendo. Vencido, al fin, y capturado, fue enviado a Roma para tratar del intercambio de cautivos, previo juramento de regresar a Cartago, si no lo conseguía. Llegado ante el Senado, expuso, cuando se le ordenó, su parecer: no era conveniente el canje de prisioneros, pues los cartagineses eran jóvenes y excelentes caudillos y él, en cambio, un viejo. Y convenció a los senadores, y no convencido por sus familiares y amigos, que trataban de disuadirle de su vuelta a Cartago, fue fiel al juramento y regresó, aun sabiendo que se entregaba a un enemigo sumamente cruel. Los cartagineses lo mataron, no sin torturas: «Cortadas sus pestañas –escribe el abate Lhomond-, durante un tiempo lo tenían en un lugar tenebroso y luego, cuando el sol era más ardiente, lo sacaban de repente y obligaban a mirarlo; finalmente, lo metieron en un arca de madera, en la que sobresalían clavos muy agudos, y así, cuando su cuerpo cansado se inclinaba a una u otra parte era afligido por los férreos aguijones, hasta que murió víctima de las vigilias y del continuo dolor.»

 

MEDALLAS AL TRABAJO. Antonio Medina de Haro (1936-1997)

Dibujos de Rafael Luna
2009

 

Yo voy a escribir unas líneas sobre este particular haciendo consideraciones, que las haría cualquier persona que sea trabajadora de verdad… y no trabajante (eso es, para mí, el que hace como que trabaja). Vaya por delante una sentencia cargada de perogrullismo: trabajar cuesta trabajo. Ahora bien, yo creo que cualquier trabajo lleva aparejada la vocación –sea en lo que sea- o llamada a la solidaridad, debida a los demás, y la correspondencia a una sociedad que nos necesita. Mi trabajo, para mí, no tiene más compensación –aparte de la económica- que la construcción esmerada y cuidadosa del edificio cultural e intelectual de mucha juventud trabajadora y a la vez estudiosa. Si lo hago con esmero siento que estoy haciendo hombres (o mujeres) mejores. ¿Acaso es poca satisfacción? No quiero más que verme recordado sino porque no pasé estérilmente por los campos del espíritu de tanta gente. No creo que haya que inventarse medallas, porque esto es proponer la recompensa facilona y es como premiar lo que, en definitiva, es una obligación. Siempre nos estamos inventando las fórmulas para comprar al hombre: Medallas, comisiones, primas y todo tipo de chantajes a la voluntad limpia y pura que éste tiene. Yo no quiero más medallas que un… pasó por aquí y prendados los dejó de su hermosura.

 

PAZ AOS MORTOS. Adolfo Casais Monteiro (1908-1972)

 

Mário Viegas (1948-1996) recitando el poema EUROPA de A.C.M.

 

 

 

Detestei sempre os arquitectos de infinito:

como é feio fugir quando nos espera a vida!

Nunca tive saüdades do futuro

e o passado… o passado vivi-o, que fazer?!

-e não gosto que me ordenem venerá-los

se eu todo não basto a encher êste presente.

 

Não tenho remorsos do passado. O que vivi, vivi.

Tenho, talvez, desprêzo

por esta débil haste que raramente soube

merecer os dons da vida,

e se ficava hesitante

na hora de passar da imaginação à vida.

 

As pazadas de terra cobrindo o que já fui

sabem mal, às vezes; noutros dias

deliro quando lanço à vala um dêsses seres tristonhos

que otroura fui, sem querer.

 

 

 

 

Detesté siempre los arquitectos de infinito:

¡qué feo es huir cuando nos espera la vida!

Nunca tuve añoranzas del futuro

ni del pasado… el pasado, lo he vivido ¡¿qué le voy a hacer?!

-y no me gusta que me ordenen venerarlos

si todo yo no basto para llenar el presente.

 

No tengo remordimientos del pasado. Lo que viví, lo viví.

Tengo, tal vez, desprecio

por este débil tallo que raramente supo

merecer los dones de la vida,

y se quedaba indeciso

a la hora de pasar de la imaginación a la vida.

 

Las paladas de tierra cubriendo al que ya fui

saben mal, a veces; otros días

deliro cuando echo a la tumba uno de esos seres sombríos

que antaño he sido, sin querer.

 

Traductor: Ángel Crespo (1926-1995) con variaciones de LGV

 

COLOQUIOS (17): «BARÇA VERSUS 15-M» (y 2). Gabi Mendoza Ugalde

  

 

– Limpian la plaza, pero primero tienen que dar unos palos.

– La higiene es un destino; y no hay destino sin sufrimiento.

– Entonces, limpian la plaza de quinceseme.

Y de quienes haga falta quitar de en medio, porque un hincha es un hincha.

COLOQUIOS (16): «BARÇA VERSUS 15-M» (1). Gabi Mendoza Ugalde

 

– ¿Ejecuta obras la policía catalana?

– No. Son órdenes del Consejero de Interior.

– Entonces, no los conoceremos por sus obras, sino por sus órdenes.

– Pero a los apaleados…, los conoceremos por sus cardenales.

 

TORERÍA. Por Rafael Rodríguez González (De la serie «SUCESOS», Homenaje tardío a «EL CASO»)