Posts from noviembre 2010.

TUS MANOS. Vicente Núñez 1990

 

 

MI LENGUAJE. Poema de Vicente Núñez 1995

 

Llega este poema manuscrito e inédito a la redacción de «CARMINA» por gentileza y amabilidad de la pintora Tony Soto

PRESENTACIÓN DE UN CUADRO DE RAFAEL LUNA EN «EL BUI». 9 de noviembre de 2010

Estudio de Rafael Luna 2009
Foto: LGV
El pasado martes, 9 de noviembre, Rafael Marín, El Bui, en su bar El Resbalón convocó a un puñado de amigos a la presentación de un cuadro del artista Rafael Luna:

El pintor Luis Caro
y el poeta Juan Enrique Espinosa (al fondo a la izquierda)
entre el público del acto de 9 de noviembre de 2010

Dos ante los dos cuadros (el conocido y el por conocer)
Fotos: ODP

Un retrato colectivo de los habituales del bar del Bui que viene a continuar, con variaciones, el tema del que ya lleva un par de años en un rincón del establecimiento alcalareño, donde varias obras del pintor cuelgan de sus paredes desde hace mucho tiempo. Como estas tres:

1-Fafi, 2008

Gramófonos

3-Fafi, 2008 (La botella sonora)

La botella sonora
El billar-futbolín
La tela negra que cubría el cuadro no se descorrió hasta que no se hubo dado lectura a un artículo de Olga Duarte y Lauro Gandul,  publicado en La Voz de Alcalá en 2004 sobre el pintor.  Mientras la lectura del texto se desarrollaba, en una pantalla fueron proyectadas fotos de nuestro amado Rafael (del archivo familiar del Bui):
Fotos ODP de fotos del archivo del Bui
A continuación el público pudo ver el corto de Ángel Romero Pérez, ya publicado en «CARMINA» y que nos place reeditar en este post ahora mismo:

RAFAEL LUNA

Historias de vidas

Por Lauro Gandul Verdún y Olga Duarte Piña

Así como don Juan revela a Carlos Castaneda que es un cuervo, que aunque se le vea como don Juan, si se le sabe ver aparecerá como cuervo; le hemos preguntado a Rafael Luna si él puede decir como el indio yaqui, y si es algún pájaro lo que se vería de él sabiéndolo ver. Nos contesta que no, que él se siente más asociado a un pequeño felino; aunque su abuela tenía una lechuza con las alas cortadas por el patio de su casa, que tan pronto se la veía en la ventana del comedor como entre las macetas, se la alimentaba, se convivía con ella. Su abuelo, que tenía vacas en Torreblanca trajo la lechuza. Quizá pudiera tener en común con los pájaros su obsesión por el horizonte:

Imaginar que todos mis deseos más maravillosos están allí, pero sabiendo al mismo tiempo que es una ilusión, porque el horizonte no existe. Nunca voy a encontrarlo aunque siga eternamente dando la vuelta a la Tierra.

Fafi 2004

El pintor en su estudio de la calle Coracha
Foto O.D.P., 2004

Su primer dibujo lo hizo con seis o siete años. Recuerda que era una viñeta que trazó en la contraportada de un atlas donde se representaba a un legionario con su metralleta diciendo algo así como «¡Venga Pepe!», desde lo alto de la batea de una antigua furgoneta. Allá por el 68 y el 69 en la Universidad Laboral de Alcalá de Henares, en régimen de internado, realizó estudios en la rama de electrónica. Allí ya se podían ver los primeros hippies y escuchar el Sargent Pepper. Aquel adolescente se deja el pelo un poco largo, anda siempre con la cosa de la música, se siente atraído por los carteles (copia o se inspira en carteles de la contracultura americana) y, sobre todo:

Allí en Alcalá de Henares pierdo el miedo a faltar a la misa de los domingos.

Dos capellanes jesuitas le pretenden enseñar que Cristo fue el primer anarquista y se deja seducir por libros todavía prohibidos por Franco, que los neocristianos atesoraban en una biblioteca próxima a la Universidad Laboral:

Ahora leo menos porque prefiero observar a la gente. Sin embargo, en esa época yo leía mucho, devoraba todo, desde 18 Brumario hasta La concepción hindú de la vida, o Historia de las agitaciones campesinas andaluzas; leí a Bakunin, Kropotkin… Claro, es una época de descubrimientos. Se organizan huelgas en la Universidad Laboral y yo hago unos panfletos por mi cuenta, hago a mano cuatro o cinco copias, las pego solo, de noche, dentro de la misma universidad; nadie supo nunca nada, porque no me fiaba de nadie y había que tener cuidado con la Brigada de Investigación Social.

Después de su regreso a Alcalá de Guadaíra conoce a Luis Caro, uniéndoles una común pasión por los Beatles y por la pintura:

Luis Caro y yo compartimos un estudio en la calle Benavente. Allí intentábamos unirlo todo: música, pintura, alucinógenos… Experimentábamos con la pintura y con la vida. Buscábamos llenos de curiosidad para, en definitiva, llegar a mirar el cuadro como una posibilidad de entrar en otro estado que nos permitiera pintar los mundos que se nos pasaban por la cabeza. Estábamos aprendiendo a pintar. A través de Recacha conocimos a Pepe Márquez, quien nos influyó mucho en nuestros primeros tiempos. Él hacía una pintura de lo fantástico basada en una observación profunda de la naturaleza y en sus cuadros las plantas, por ejemplo, pueden transformarse en monstruos.

Con su gran amigo Luis Benítez descubre París a los veintitrés años. En esta ciudad se licencia en la Ècole Supérieure d´Arts Plastiques du Paris y vivirá hasta 1988. Según nos cuenta, París, más que nada, lo que le aporta es capacidad de análisis, de un análisis más intelectual de las obras de arte, en el sentido de más político, más ligado a la historia. También, me atraen los objetos, soy fetichista y París ha influido en eso. Deja de pintar con óleo y empieza a utilizar el acrílico, técnica que va a caracterizar su obra desde entonces. Uno de los motivos que da para explicarnos este cambio es que el acrílico le permite más rapidez en la ejecución y pintar de inmediato lo que se le va ocurriendo:

Yo empleo mucho tiempo en pensar cómo voy a resolver lo más rápidamente posible lo que quiero pintar, para pasar a pintar otra cosa que ya se me esté ocurriendo. Al ejecutar más rápidamente, evoluciono más rápidamente.

Su capacidad de observación y su curiosidad van marcando un estilo:

Saco mis historias de mi curiosidad, de los medios de información y de la calle, o de la misma historia de la pintura. Soy un voyeur. Encuentro una máxima y la repito, hago un reportaje, como con las máquinas de escribir, las sillas de barbero, las meninas o los laberintos de sábanas. No me preocupa tanto la técnica como a los pintores puros sino contar una historia, aunque sea absurda, y comunicar. Muchas veces yo pienso que soy más literato que pintor. No me considero un artista mártir porque aparte de la pintura me han gustado otras cosas. Si tenía un poco de dinero no era para comprar pinceles sino que prefería tomarme un café viendo a la gente pasar desde la terraza más elegante de París, aunque no me tomara otro en un año.

En París trabajó en diversas ocupaciones: en un taller de serigrafía, en otro de enmarcación, en un estudio de producción o en pisos de lujo haciendo chapuces principalmente de carpintería. También fue brocanteur (anticuario) en el mercado de las pulgas de Montreuil, desde 1976 hasta 1986, junto con Irene, su primera mujer, donde, además de vender objetos usados (viejas cuberterías de plata, vajillas rusas o libros), cada semana, siempre había alguien que se interesaba o compraba algún cuadro de los que pintaba y firmaba con pseudónimos. Eran cuadros que copiaban temas de distintos estilos pictóricos, desde el expresionismo alemán a la tradición de los bodegones del siglo XVII, o representaban, por ejemplo, a un aviador en una pista de aterrizaje:

También han robado y desaparecido muchos, porque teníamos un garaje donde guardábamos los objetos del rastro, los cuadros que firmaba con pseudónimos y mis cuadros, los que entonces yo firmaba como Rafael Álvarez, incluso desapareció obra mía hecha en Alcalá que yo me había llevado a París. Dejamos de ir por allí y cuando fuimos al mes y medio nos encontramos un mendigo alojado y aquello vacío, se lo habían llevado todo. Luego un amigo nuestro, también brocanteur, vio algunos cuadros míos en una casa de subastas, otro en un mercado …

En 1988 regresó a Alcalá de Guadaíra y desde su taller de la calle Coracha ha pintado giraldas, fábricas, botellas con mensajes, papeles que el viento se lleva, libros… firmando como Rafael Luna:

Ahora me estoy acostumbrando a pintar con luz de día desde que he cambiado de estudio. En un cuadro soy el dueño de un mundo en dos dimensiones, construyo a la velocidad que quiero un universo propio. Mi pintura va ligada a mi vida y va todo mezclado.

El pintor sosteniendo un puñado de libros
Foto: LGV

A LO DIVINO. Vicente Núñez 1989

 

Foto: LGV Aguilar 1989
 
 

NO ES SURREALISTA SINO SOBRENATURAL LA MAÑANA. Lauro Gandul Verdún

 

Como el volcán o el viento

aprendieron del mar

sus voces los hombres.

 

Tu mirada a mis labios sabe a luz.

A tus labios miran mis ojos

y veo voz.

La piel es el espacio.

Invisible la sangre.

La serranía lejana,

un dibujo.

La mar, aun en calma total,

nunca muda:

Es más río.

El mismo gerundio del fluir de un río

con anchura de océano.

No es surrealista

sino sobrenatural la mañana.

Mi faz la brisa acaricia

con sus finos dedos de fanal expresivo.

Se constituyen labios, ojos, piel…,

en cuerpo, en sempiterno cuerpo.

VEN TRISTE VE TÚ. Carlos Edmundo de Ory

Triste estoy como un cajón vacío.

El mutuo sueño de mis ojos rueda.

Me acuesto en los valles a ver el tiempo.

Agrando con mi cansancio el espacio.

El sol todavía me persigue oh dioses.

Sigo ciego y en mis manos mis manos pongo.

Deseo conducirme a espaldas de la vida

como un cuerpo que al alma sus horas disminuye.

Ven triste ve tú ven y ve solo

sopla allá en el portal del infinito.

La alborada metódica de la existencia sale.

No encuentro puro territorio en nada.

Un plagado único dolor perdido acude

a la desierta esfera blanda de los misterios.

La sed santa la fé secreta roza el ánimo.

Me asisten seres de fatales alas.

Ni voluntad ni empleo en el celeste fin.

Sólo brillos comparten las altas apetencias.

Triste sigo lo mismo que el hórreo

abandonado en la tormenta alada.

Ven triste ve tú ven y ve solo.

_______
Poema de Carlos Edmundo de Ory publicado en el número 8 de la revista de poesía CÁNTICO (Córdoba, 1949)

«HAIKU» DE LA COMETA (2). Poema de Lauro Gandul Verdún (Rota, 2010)

«HAIKU» DE LA COMETA (1)
«HAIKU» DE LA COMETA (3)
«HAIKU» DEL BARCO
«HAIKU» DE LAS ESTELAS
«HAIKU» DE CÁDIZ

POLÉMICAS ANTITAURINAS: LA RAZÓN ECONÓMICA. Las disputas durante el Siglo de las Luces. Por Antonio García Mora

 

 Conde de Aranda
(1719-1798)

 

La oposición a las corridas de toros ha sido una constante en la historia de España desde hace siglos. Diversos argumentos se han esgrimido contra las mismas: insulto a la fe cristiana, crueldad innecesaria e inmoral contra los animales o perjuicios económicos a la nación. Como se describió en el artículo anterior, en cada época ha predominado uno de estos motivos sobre los otros, coincidiendo con la sensibilidad e inquietudes de cada momento.

            Durante el siglo XVIII se reavivó la polémica antitaurina por diversas causas. Entre las mismas se pueden destacar la entronización de una nueva dinastía, la borbónica, que importó las formas y costumbres de la corte francesa, entre las que no se encontraba precisamente la afición a los toros. El desarrollo de la Ilustración y el Racionalismo que abocaron a la aparición de una nueva sensibilidad en muchos temas, como el trato a los animales. El nacimiento de los principios de la futura ciencia económica que pretendía racionalizar el aprovechamiento de los recursos disponibles y donde primaba la agricultura sobre la ganadería. Finalmente, en la dimensión política de esta centuria se encuentra el Despotismo Ilustrado que partía de una premisa básica: es necesario encaminar al pueblo hacia la felicidad pero desconfiando de su capacidad intrínseca para lograrla (el famoso «todo para el pueblo pero sin el pueblo»).

 

 Fray Martín Sarmiento
(1695-1772)

 

            La justificación de la prohibición de las corridas de toros partía de una visión utilitarista de las mismas. Se consideraba que provocaban un perjuicio económico grave a la agricultura, a la ganadería e incluso a la industria artesanal. Con respecto a la primera se partía de un principio anterior a esta disputa y que consideraba más productivas y necesarias a las actividades agrícolas que las ganaderas. El cultivo de la tierra proporcionaba más riqueza y permitía emplear a un número mayor de trabajadores con el consiguiente aumento de sus rentas. Se pretendía abolir o limitar la legislación que protegía a la Mesta (asociaciones de ganaderos) que impedía el uso de las vías pecuarias para el cultivo. Las dehesas de reses bravas desaprovechaban enormes extensiones de terreno cultivable y malbarataban los recursos de la tierra. Otro perjuicio consistía en el desaprovechamiento de los animales destinados a la lidia. Se aducía que éstos hubieran sido más productivos si, castrados y convertidos en bueyes, se les hubiera destinado a las labores del campo.

            Con respecto a la ganadería, se consideraba perjudicial el número de toros sacrificados anualmente en las corridas. Esta sangría provocaba el deterioro de la cabaña bovina que perdía una parte sustancial de sus sementales más sanos y vigorosos. Según don Francisco Schotti y Fernández de Córdoba, sólo en Madrid, a mediados de siglo, morían anualmente 200 toros. Por último, se suponía un desperdicio de recursos los utilizados en su alimentación y los espacios en las dehesas destinados a su crianza.

            Finalmente, el perjuicio a la industria radicaba en el número de jornales perdidos por artesanos y trabajadores en los días en los que había corrida. En aquellos tiempos, los festejos se realizaban en días laborables, generalmente los lunes, y la afición de muchos les impelía a abandonar su puesto de trabajo y sacrificar su sueldo. Incluso, era muy común el empeño de los bienes de la casa para poder comprar las entradas, con el consiguiente quebranto de las economías familiares. Según el polemista antitaurino, Fray Martín Sarmiento por cada día de corrida se perdían tres de trabajo; el previo ocupado en los preparativos o en el desplazamiento al lugar del evento; el destinado propiamente al festejo; y el posterior usado en recuperarse de los excesos cometidos. Según este autor, se podía desperdiciar hasta el 10% del tiempo de trabajo, con los perjuicios que ello suponía.

            En 1768, el presidente del Consejo de Castilla (máximo órgano de gobierno del Estado) conde de Aranda, promovió la suspensión de la lidia y elevó dicha petición a este órgano antes de presentarla al rey, Carlos III. Sin embargo hasta el 14 de junio de 1770 no presentó su propio informe en el que establecía la abolición en 4 años con objeto de prevenir a los perjudicados. La respuesta del Consejo no fue todo lo concluyente que esperaba su presidente y el rey solicitó un nuevo dictamen a una junta de la Secretaría de Gracia y Justicia (precedente del actual ministerio de Justicia) antes de decidir. Finalmente, por Real Orden de 23 de marzo de 1778 de prohibían las corridas con algunas excepciones, como aquellas destinadas a fines benéficos o a sufragar gastos de utilidad pública. Las razones aducidas eran económicas, humanitarias y sobre todo para mejorar la imagen de barbarie y atraso que las mismas proyectaban de España en Europa.

            Las excepciones contempladas en la ley permitieron burlarla de forma sistemática y pocos años después, en 1786, se renovó la prohibición, en este caso sin excepciones. Sin embargo, la voluntad popular en pro de los festejos taurinos crecía de forma imparable, dando paso a una época dorada de la tauromaquia.

 

 Foto: LGV 2003 Sevilla

MADRIGAL ROMÁNTICO. Miguel Romero Martínez (Sevilla, 1888-1957)

 
 

 

   Soñé, mi Corazón, que te morías;

que tu boca se helaba entre mis besos,

y que todas las lágrimas del mundo

el Dolor en su copa recogiendo

las iba derramando entre sollozos

sobre la estatua, aún viva, de tu cuerpo.

 

 

   Soñé, mi Corazón, que te morías,

y para mí la tierra era un desierto…

¿Qué nueva antorcha encendería el ara?

¿Qué nuevo amor alumbraría el templo?

 

 

   Si un encanto tuviera la hermosura

que conjurara al insaciable espectro

que los espacios inferiores hinche,

transformando la vida en el misterio

inmenso y silencioso de las sombras,

serías inmortal; sería eterno

el cáliz de tu gracia, tu áurea carne,

que, en las horas de fiebre y de deseo,

deja siempre mis manos y mis labios

como llenos de flores, y mi pecho

ebrio del sol que corre por tus venas

para abrasarme en su perpetuo incendio.

Mas no te apagarás, lumbre divina.

Si de sumas potencias el decreto

es tu vida segar en plena aurora,

de tu belleza avara, en el cielo

no ha de caber la llama de tus ojos:

¡Morirían de envidia los luceros!

 

 

   En mi interior, estrella, has de encerrarte,

uniendo tu destierro a mi destierro;

y, como dos hermanas, nuestras almas

seguirán tristemente sonriendo,

a pesar de la muerte siempre juntas,

con la misma sonrisa al mismo sueño…

LO AMORFO DE LA PERLA. Poema de Lauro Gandul Verdún

 
 

Lo amorfo de la perla irradiaba aura de alma inútil

Futura sosegada garrafa conteniendo ambrosía y mensaje

Para tus oídos dispuestos a escuchar el canto

La letanía constituyente de tu hola

Derogadora de todos mis adioses pendientes