Posts from septiembre 2010.

ABATIDO. Poema de Tomás Valladolid Bueno

 

Foto LGV Belgrado 1988

 

   Pudimos verlo durante años

caminar con pies entrecruzados,

hastiado, y sin abrigo, malvivir la vida

campo a través de anhelos en quiebra

sendas de una vieja y finada pasión.

   Lo pudimos ver, en efecto,

abatido por la nefasta ira de los días,

que acanala su alma de abisales llagas,

sufriendo exhausto la febril bajeza

de quienes verle quieren encorvado.

   Pudimos oír, y así lo hicimos,

un vaivén de latidos espasmódicos 

marcando el paso ligero de su tiempo

cual dorado péndulo tembloroso

de un juvenil amor atenazado.

   Hasta que en una fría mañana,

de aquel  agrio y polar invierno,

descubrieron su achicados huesos

allá, en el pedregoso hontanar.

    A la batalla que nunca debió ir,

cuando vuelvan los días sin ira,

ya nos contará al oído, sin jadeos,

qué valquiria le ordenó partir.

TRES EN LA RIBERA. Por José Cuevas del Río (1581-1613)

 El texto (fragmentario) de Cuevas del Río que se reproduce a continuación es el más recientemente rescatado por el profesor Sergi Visus Masveo. Me lo ha enviado, como ya hiciera con otros (esta vez desde el mexicano Instituto Nacional de Antropología e Historia), para que haga con él lo que mejor me parezca, y como yo, por el momento, comparto con el profesor la convicción de que la poesía debe ser (a diferencia de la demás literatura) entregada al común sea mala o buena, incluso sea o no sea, sea para su condena o para su disfrute, he facilitado a CARMINA estos versos de este paisano nuestro cuya vida terminó tan prontamente (que no prematuramente) en la segunda batalla de Mindanao. Resulta evidente que se trata de un diálogo entre tres hombres, Naceo, Nixeo y Noseo (a los que habría que añadir un «oyente-dicente»), en el que hablan de sus amantes preferidos, pretéritos o presentes.

Rafael Rodríguez González

 

David de Miguel Ángel

 

(…)

    Pero atendamos a Naceo,

    que es todo ombligo.

    Su decir es balbuceo.

 

    Oreo llamábase aquel rubio

que conducíame con su mirada

como arrastra un derrubio

la colosal corriente de la riada.

    Volvía de guerrear en país extraño,

y aunque era el mío amor sincero,

vi que guardaba para sí el daño

de tan formidable achicharradero.    

    Vivimos un año a nuestro apaño

hasta que hubo de partir a lo infrangible,

que era sufrir hogaño lo que otraño,

mas, por duplo, harto más terrible.

    ¿Qué contar, amigos, de mi nostalgia?

Nada que no observéis en la faz mía

recorrida de arrugas y dermalgia

y en mi mustia y pacata notomía.  

    De tarambana, en eremita troqué.

Nada en mí ardía, que en pábilo torné.

¿Es que era vida lo que en mí quedaba?

¿Acaso no perdí a quien me llenaba?

    Y así, el que estaba llamado a ser

firme y seguro báculo de mi vejez,

es ahora vivo y vitalicio recuerdo

que, oh paradoja, me mantiene cuerdo.

 

 Jimi Hendrix

 

Tras oír a Naceo,

    veamos lo que cuenta

    el tal Nixeo.

    Sirve Reo al señor de Carabello,

y mil veces juro que corresponde 

a título de tan noble conde 

tener por siervo varón tan bello.

    La vez primera que hallé ante mí

la negra cara del negro Reo

me dije ¿es posible un rostro así?

Y tuve grande emoción, y hasta mareo.

    Damas, gentilhombres y mozos

admiran, de claro o con embozo,

este prodigio extrañamente humano

traído que fue del Paraíso africano.

    Intuí, luego observé; certeza no tuve

hasta que en mis brazos le sostuve

y acariciar pude su patricio ceño,

del que por un instante fui dueño.

    No tiene Reo lo que suponen las gentes,

pero sí otras delicias y alicientes.

Es de dermis sensitiva y trato afable,

y en tratándole, un excelente ayuntable.

    De ahí que yo a diario trate a Reo

como trató Ugno al mismísimo Apogeo:

rindiéndole favor, tributo y pleitesía

en correspondencia a su magna travesía.

 Tigre al acecho

 

¿Un negro? Sea, mas no lo concibo.

    Veamos si es de recibo

    lo que de Noseo percibo.

 

    Sabéis que me acompaña la fama

de ser un consumado libertino,

y reconozco que no le faltará tino

a quien así lo repita en su proclama.

    Verdad es que como el tigre acecho,

que casi todo lo que pasa lo aprovecho,

que a la quietud no cedo,

y que quiero más, que nunca saciado quedo.

    Quién más, quién menos, según el fuego,

busca y rebusca para colmar su ego,

única virtud que se alcanza

si se juega al juego de bajar las calzas.

    No es penosa la elección que proponéis,

destacar, dentre tantos, el más brillante.

Adeo se llama, y me envidiaréis

el ser afecto a tan gran amante.

    Sabed que en todo a todos rebasa,

que uno tras otro prenden en su brasa,

que de todos los encantos va sobrado,

que nadie, en fin, resiste su llamado.

    Pasan los años y su juventud no mengua,

permanece su poder y da igual la lengua

que lo alabe, porque será cierta.

Siempre tiene Adeo fresca su huerta.     

    No podrán los leyentes

    decir

    que Noseo habló obscuramente

 

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ANEXO A LOS COMMENTS: de A.L.A. a A.C.

DE «LA ANDALUCÍA DE VALERA». Por Rafael Porlán (Córdoba, 1899-Jaén, 1945)

(…)

…………«Pero ¿y los Toros? Hemos visto correrse uno de cuerda tras la procesión del Sábado de Gloria y otro en la madrugada de Santo Domingo; hemos escuchado ponderar a unos vaqueros, en noche de tormenta, rodeando la lumbre, lo bravo del ganado que criaban, profetizando los apuros en que había de poner a Lagartijo y a Frascuelo; esto, tan poco, es lo que se trasluce de la fiesta castiza en toda la castiza y veraz Andalucía que paso a paso hemos ido mirando.


…………Los Toros, sin embargo, no eran poco visibles en la vida de entonces. Al contrario, como hasta ahora poco, determinaban la condición y traza de los hombres, los juegos de los niños, los sueños y refranes y disputas de todos; desde su manantial resplandeciente llegaban  a meterse por las entrañas de las cosas como venas y canalillos que decisivamente las coloreaban e influían e igualmente la totalidad de las circunstancias se reflejaban y entrañaban en los Toros. El mismo año en que nació Valera, toreando en Madrid Juan León y el Sombrerero, concluyó la corrida en reyerta campal al dividirse el público en dos bandos: el que aplaudía a Juan León como miliciano nacional y el que aclamaba al Sombrerero como acendrado absolutista. Siempre hemos visto un ardor combatiente, movido allá en su fondo por los más inesperados y distantes resortes, latiendo y llameando en torno de los Toros; siempre se dividieron los tendidos en frascuelistas y lagartijistas, esparteristas y guerristas, bombistas y machaquistas, belmontistas y gallistas. No queremos decir que ello arranque estrictamente de la pasioncilla política, que para estos efectos es de poca monta; el caso recordado no es más que un ejemplo de infiltración en la fiebre taurina de las tantas y tantas pasiones, intuiciones, ensueños, vislumbres, arranques y corazonadas del alma,  y el color del cuerpo, y del modo de andar, y la forma de la boca y las manos, y las mil otras fuerzas y fuercecillas que obligan a cada cual a hacerse partidario de Roma o de Judea, de Sicilia o de Cartago, de Racine o de Tirso. La cuestión de los Toros está en saber si han de mirarse con ojos anteriores o posteriores de la Era Cristiana, si son cosa para ser cantada por Píndaro o voceada por Goya. Y cada firmación de uno y otro bando se funda en el misterio y la pasión.»


(…)

CONVERSACIÓN. Lauro Gandul Verdún

 

 

 

—Oiga, Francisco.

—¿Quién eres?

—Soy J., el hijo de Luis. Mi padre era su amigo.

—¡Ah, Luis! ¿Cómo sigue tu padre? El otro día me preguntó por ti.

—¡Por Dios, Francisco, es imposible! Mi padre murió hace años.

— Lo sé. Yo también.

 

CACELA VELHA: ÉRASE UNA VEZ UN POEMA. Por Enrique Martín Ferrera (Septiembre de 2010)

 

Foto EMF

 

Al alba, cuando las primeras luces hacen surgir de la nada los perfiles del poema.

 

            A mediodía, cuando las chicharras hacen sentir, con la monótona prosodia de su canto, la extrema sequedad de la tierra; cuando casi nos ciega la luz algarvia y nos deslumbra el espejo de la cal; cuando todos los versos comienzan y concluyen con la palabra pureza.

 

            Al ocaso, cuando nuestros ojos, exangües como el sol que declina más allá de los límites de la Ría Formosa, se posan, ahítos de azul, sobre la perfección de una línea sostenida en el horizonte.

 

            A medianoche, con sombras de luna llena, en el altozano aledaño a la fortaleza, frente al albor de un mar calmo, hechizante; espejismo encalado al que cantan en su sueño los grillos.

 

             Pero siempre la misma Cacela, el mismo poema, moldeado por el tiempo; la misma música limpia, repetida con pequeñas variaciones, que, en aria da capo, retorna siempre al principio. 

 

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«HAIKU» DE LA COMETA (1). Poema de Lauro Gandul Verdún (Rota, 2010)

«HAIKU» DE LA COMETA (2)
«HAIKU» DE LA COMETA (3)
«HAIKU» DEL BARCO
«HAIKU» DEL AVIÓN
«HAIKU» DE LA LUNA
«HAIKU» DE LAS ESTELAS
«HAIKU» DE CÁDIZ
«HAIKU» DE LA ORILLA

EL CAFÉ DE BALTANÁS. Poema de Lucrecia Romero

 

Foto: Rafael Luna

 

 

Allí vamos, arrimándonos

Cada vez más a la pared.

 

He visto

Muchos viejos pasar

Por el café de Baltanás.

 

Ahora son los jóvenes

Los que pisan con fuerza

El pasillo  largo

Y ponen sus codos

En el largo mostrador

O se sientan y charlan

En las mesas.

 

Y, cada vez,

Nosotros nos arrimamos

Más, a la pared.

 

En el viejo

Café

De viejos

(Ahora de jóvenes, también)

Muchos de aquellos viejitos,

No se arriman ya a la pared.

 

 

FEUX ROUGES. Luis Caro

 

COMO LAS OLAS. Poema de Lauro Gandul Verdún

.

Como las olas
Los mejores versos
Vienen de lejos
Infinitamente transmutados en otros
A morir tras su último nacimiento
En la orilla

Como las olas
Los mejores años
Los mejores besos
Los cuentos mejores
Los sueños
El mejor poema
La vida…

EPITELIOS. Rafael Rodríguez González

La mujer a la que le gusta un hombre va diciéndose: «Vamos a ver, hombre, a ver si…». El hombre al que le gusta una mujer va diciéndose: «Vamos a ver, hombre, a ver si…». He ahí un ejemplo de igualdad espontánea.

«Es un enfermo». De acuerdo en muchos casos, pero no hay que confundir enfermos con los monstruos que tan pródigamente genera el género humano.

Contra el vicio de mentir, la virtud de disimular. Y así nos va: disimulando, disimulando, disimulando…

PELUQUERÍA UNISEX. Bien, ¿pero de qué sexo? Con lo bonito y redondo, además de exacto, que es lo bi

No es lo mismo ser adulado que aludido, pero en ambos casos puede uno ser ofendido. En cualquiera de los tres casos la mayoría de las veces es mejor no darse por enterado.

La prisa es mala consejera, pero una siesta larga es de las peores.

Podemos tomarnos la libertad de… Otra cosa es que luego te estrelles.

«Primero nos vamos al Turia. Y después a la casa de Alicante». El sordete que seguía el diálogo enseguida fue a dar el parte a un hermano en el curioseo: «Se va para Asturias, ¡ y anda!, luego a cazar elefantes».

Un ejemplo de altura: Julio Cortázar

La verdadera altura de un hombre no puede medirse más que en centímetros. Otra cosa es la grandeza y ahí ya entraríamos en inmensas, inacabables y estériles polémicas.

Corrían tiempos de suma escasez. La opinión se dividía en dos: optimistas y pesimistas. Los primeros intuían que habría que comer mierda. Los otros aseguraban que no habría para todos.

Un mi compañero, a mi requerimiento de su apoyo para ejercer una acción justiciera, terminó así nuestra brevísima conversación: «A tus órdenes». En esas tres palabras están reunidos años de acción, de palos, de múltiples avatares. Y de total confianza en que ninguno nos requeriremos para lo contrario, jamás. (De todas maneras, a uno le gusta que le digan eso).

El coche eléctrico viene funcionando en las ferias desde hace un montón de años. Tal vez lo que se pretenda ahora sea trasplantarnos su locura de forma permanente.

Si se les pregunta, serán millones las personas que contesten que El Quijote es la obra cumbre de la literatura. Convendría hacer una gran campaña que difundiera lo contrario, a ver si así se consigue que lo leamos algunas de entre esos millones.

Un hombre sentencioso. «¿Pa’ónde vas?». El otro: «Voy p’abajo». «P’abajo vamos tós». A otro: «¿Aónde vas?», «p’allá voy», «p’allá vamos a ir tós». Con personas así es imposible equivocarse.

A las personas que no contestan el saludo las deberían militarizar.

Cuando en un festival una película no recibe más que el premio al mejor guión quiere decirse que la película es mala, porque de haber aprovechado el guión hubiese ganado el de mejor película.

«Hasta ahora, los filósofos no han hecho más que interpretar el mundo, …». El tío Carlos no podía prever que la mayoría de los que vendrían después no sólo no intentarían transformarlo, sino que serían incluso peores intérpretes que los que él conoció. La gran mayoría de los silósifos no valdrían ni para los karaokes.

Manolito el de María (con sombrero) en una taberna

De siempre, en tabernas y bares de calidad se ha distinguido entre clientes y fijos.

También están los que son de fiar. Son los menos apreciados, lógicamente.

En un bar en que los dependientes no están pendientes del cliente es éste el que debe estar pendiente de los dependientes, lo que resulta conveniente porque algo raro pasa y no se sabe qué consecuencias inconvenientes pudieran producirse. Como mínimo, por atención deficiente.

Hay quien ve la realidad a puntadas. Y quien da puntadas y puntadas para que se vea tal como es: una putada.

Ángela Davis y Michelle Obama

Tras ingentes esfuerzos, y ante la sorpresa general, ha quedado demostrado que Michelle Obama no es Angela Davis.

Casi siempre el panorama político-social-económico, es decir, el panorama político, es como un bosque plagado de alimañas de todo tipo. Y la gente esperando que aparezca Francisco de Asís o San Jorge para atravesarlo. A mí me parece que es el único bosque que hay que quemar.

Con permiso de él, digo como Pablo Argue: «Algunos, alguna vez, algunas de estas cosas habrán pensado o pensarán. ¡Qué presunción más ridícula la mía si pensara que sólo yo soy capaz de pensar lo que digo que pienso!».

(Escena de patio)

Anda y que te den un tiro…

con pólvora de mis ojos

y balas de mis suspiros

Y pensó ella, que no tenía ná de espabilá: “Y que te salga el tiro por la culata, so…”.

(Escena de patio)

Permita Dios y te veas

sacando agua del pozo

y con la cuba no pueas

Y añadió el suegro: “Y cuando saques el agua esté envenená”.