Posts from abril 2010.

CARTAS A OLGA (2). Por Mario Cortés (2009)

 

El premio Nobel de Literatura en 1922

 

Lo primero que hoy tengo que transmitirte es el saludo de Alberto. «Dile a Olga y a Lauro que las ganas de volver a Alcalá, aunque fuese por poquísimo tiempo, me las acaba de quitar Mario, al contarme cómo sigue nuestro querido pueblo, y, lo que es peor, cómo podrá estar con el paso por el espacio en movimiento de tantos truhanes». Eso de las ganas es un decir, porque si su estado se lo permitiera, no dudéis de que ya lo estaríais viendo por ahí. Él dice que hace dos años de la última vez. Yo creo que son cuatro. Es posible que yo haya exagerado algo, pero ya sabéis que tiene otro informador que pinta las cosas peor de lo que están, porque todo puede empeorarse, aunque sea en la imaginación. Ya lo dijo Juan de Mairena: «No creáis en lo limitado de la ficción». Por cierto, por más que he buscado esa cita en el libro, y en más de una edición, no logro encontrarla. Pero tiene que estar, si lo dice Alberto es que está.

            El saludo también de Afonso, el asistente, un mulato más joven o menos viejo, pero poco, que  Alberto y yo. Afonso es de Angola, está casi totalmente sordo, a causa de una explosión. Es analfabeto y sonríe siempre. «Es feliz», dice Alberto. Dos palabras, tres sílabas, siete letras: nada más podrá oírsele sobre Afonso.

            No vayas a figurarte, al leer los párrafos siguientes, que todas las cartas de Pablo a Fernando versan sobre lo mismo, ya te dije que hay muchas otras cosas, y más interesantes:

            (…) Por la noche, en su casa, el mismo día que te presenté a Jacinto, me sugirió la idea de estar contigo. Tú ya te habías dado cuenta de que lo habías impresionado, y él de que tú te habías percatado de ello. Yo se lo dije claro, que a ti no te gustaban los hombres de esa edad, por más que mostraran su rendida admiración. Como es lógico, lo comprendió perfectamente, y ya sólo se refirió a ti tres o cuatro veces más en todo el tiempo que duró tu heroica estancia militar en la capital del Reino. Si te nombró con alguien más aparte de mí, no puedo saberlo. Seguramente que sí. Aquella noche estuvimos colocando algunos libros que le habían llegado, y al irme me dijo, con sonrisa maliciosa (tan benaventiana): ¿Qué, tiene Fernando pase de pernocta?.

 

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XIV (De «De Proelium»). Alberto González Cáceres.

 

                                                                                                 Madrid, marzo de 2010 (Foto LGV)

 

Vivimos hundidos, cautivos

como náufragos en ciénaga,

enredándonos en yerbajos

pútridos, palpando plásticos,

botellas, botas, todo lleno

de desperdicios de humanos.

Un traspié, y otro, y otro,

mientras el cieno se deleita

con nuestra flagrante torpeza

y esa ablepsia altiva

que convierte en ridículo

cada brinco, cada intento.

Asemejamos peces ciegos,

o lombrices que se alojan

en tripas, o hurgan la tierra

en la que para morir nacen.

Sucede en nuestros cerebros

como si un caleidoscopio

velara las palmarias raíces,

el intríngulis, el tuétano

y los nervios que encarrilan

y acarrean que las cosas sean.

Aparecen, y al momento,

elusivos, se enmascaran,

y aprehender no podemos

su sustancial significado:

vemos un enredo de hilos,

o un Braille descabalado.

Es como si aún nos pasmaran

los astrónomos araneros

(la más leve traca nos distrae)

que mostraban Marte y Venus

(¡aun estando a simple vista!)

en sus lóbregos telescopios.

No podemos dejar de soñar,

tampoco de afanarnos más

en unas cosas que en otras.

Pero, hijos míos (es un decir),

no nos vayamos por las ramas,

que no somos búhos, ni micos.

Es necesario ir al fondo

de lo que existe y late.

Apoyémonos para ello

en lo que ya han hecho otros.

Mas sabiendo que sus errores

son parte útil del legado.

(Todo esto es trabajoso,

mas en este lance es cierto

lo de que trabajar es sano).

 

 

JEUX DE LUMIÈRES. Serie París 15. 3 Fotografías de Olga Duarte Piña (2010)

 

 

 

Serie París 15

ANOCHECER. Inicio de la primavera en Oromana. 3 fotografías de Lauro Gandul Verdún (Alcalá, 2010)

 

 

 

EL CIERVO. Instalación de Julio en la pelu dp & drolio. Fotografía de Lauro Gandul Verdún (Rota, 2010)

 

 

 

 

Detalle

PEPE, EL ARRIERO, Y BENI, EL TAMBOR (Semana santa alcalareña). Fotografía de Lauro Gandul Verdún, 2010

CARTAS A OLGA (1). Por Mario Cortés (2009)

 

Monsaraz (Portugal).

 

Querida amiga:

            Supongo que leíste el mensaje que te envíe al salir de Roma, rumbo ya a Lisboa. Si no ha sido así, ya no importa: quería avisarte de que una vez llegado a Monsaraz enseguida recibirías noticias. Como vas a comprobar, lo que tengo que contarte sobre los asuntos que ahora me ocupan no cabe en una sola entrega, así que irás recibiendo más correos, de manera que ni tú, ni, de haberlos, otros lectores, tengáis que dedicar mucho tiempo seguido a su lectura. El tiempo apremia, hay muchas cosas que hacer, hay que emplear el tiempo justo en cada cosa, vamos, vamos, vamos… 

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CUESTIÓN DE «TEMPO». Por Enrique Martín Ferrera (Noviembre, 2009)

La Persistencia de la Memoria. Salvador Dalí

«BEATUS ILLE QUI PROCUL NEGOTIIS, …»

Quintus Horatius Flaccus

Molto vivace, Presto… Estos son los Tempi de nuestros días,  jornadas en las que no parecen tener ya cabida el Adagio, el Andante, el Larguetto… Tiempos Modernos -que ya retratara Chaplin- en los que sólo cabe correr, desplazarse y hacer aceleradamente, de la mañana a la noche, de la noche a la mañana. La velocidad nos encandila y nos subyuga, y de paso elimina la contemplación, la reflexión, el gusto por el detalle… Habitamos en el vértigo de lo premuroso, trabajamos al ritmo inhumano de la máquina, decidimos precipitadamente,  respondemos sin meditar…

«El hombre del siglo XX ha perdido la alegría de andar» decía César González-Ruano. Yo diría que los hombres del siglo XXI han perdido otras muchas alegrías, desterrando del diccionario de sus vidas no sólo la palabra caminar, sustituida por otra más eufónica a su moderno oído y adecuada a sus nuevos intereses: avanzar. Ahora se habla también del provechoso engordar en lugar del anticuado madurar y se prefiere el simple mirar al engorroso ver; cayó en desuso vivir, superado por conseguir, y se arrinconó la paciencia, pues ya todo es urgencia.

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SEMANA SANTA EN ‘El Torito’. Fotografía de Lauro Gandul Verdún (Rota, 2010)

YA EL DÍA CLARO, EN QUE VENDRÍA QUE SE VIESE TODO [1]. Por Tomás Valladolid Bueno* (Abril, 2010)

Auto de fe pintado por Pedro Berruguete en 1475.

 

Sepan todos que, habiendo entrado un día la Justicia en las casas a buscar unos papeles, los Señores Inquisidores Apostólicos de esta ciudad y su partido celebraron Autos públicos de Fe. A los últimos acentos del Pregón se hizo festiva salva el tumultuoso bullicio compuesto de la armonía, tropel, estruendo y terror en los arcabuces, chirimías, clarines y atabales, cuya mixta y ruidosa consonancia, sin embargo de la confusión, corrió por el aire lisonja, llegó a los oídos agrado, pasó a los ojos ternura, a los semblantes placer, entró en los pechos piedad y salió contra los enemigos de la Iglesia, detestación.

Sepan todos que a los penitenciados preguntaron de este modo: << Hijos e hijas, ¿qué pedís? >>. A lo que respondieron: ¡Misericordia! Y preguntados, de nuevo, de qué delito, no les fue posible confesarle. ¿Qué habían de confesar? ¿Que sólo habían creído de forma ligera? ¿Que habían cantado canciones impías, aunque no para ponellas en el corazón, sino para sabellas? ¿O debieron confesar que habían sido moros o judíos, aunque tarde y mal? Pues sepan todos que alguno confesó, en su verdad, que la Virgen ¡no quedó! Ni antes ni durante ni tras.

Sepan todos que el Fuego los fue declarando Pavesas de su delito, y les puso la Ceniza por si acaso el lento Fuego, con las retóricas vivas lenguas de sus llamas, bastase a persuadir y vencer lo que no pudieron tantas piadosas y Cristianas diligencias. Pues, además, sepan todos que los señores Inquisidores presumieron de dictar sentencias todas tan piadosas como justas, y tan prudentes como rectas, porque piedad y justicia, prudencia y rectitud, todo se halla en ese Santo Tribunal, que con tan soberano acuerdo, tan conocido valor, tan atenta entereza y tanta sagacidad (que todo ha sido bien menester en esa ocasión) han proveído doctos y experimentados, incorruptos, benévolos, piadosos y santos castigos de Relajados. Y no ahítos de autogloria tomaron por prudente que no se ejecutasen las sentencias de noche, excusando los inconvenientes del concurso, que suelen ser más feos con las sombras.

Mas, ante tanta ignominia, sepan todos en este día lo que en otrora ya se dijo y nunca se debió olvidar: << No se concibe hoy apenas que durante la lectura de cincuenta sentencias, y entre ellas tres de muerte en la hoguera, aquellos señores tuvieran tranquilidad y frescura bastante para entregarse, no á comer, sino á devorar cuatro terneras, ocho jamones, treinta libras de carnero y criadillas, veinticuatro meolladas, ocho libras de albares, una canasta de guindas, una sera de manzanas, ciento ochenta y seis pollos y doscientos cuatro panes, todo esto acompañado de una arroba de bizcochos, otra de canelones de canela y cinco de amigotas colaciones, y remojado todo con quince arrobas de vino y otras bebidas, en cuya composición entra la canela, el azafrán y la pimienta. El hecho es cierto, por desgracia, dando una triste idea de los sentimientos de los españoles de entonces. >>[2]

Por todo ello, pues, conozcan todos los de hoy su deber de dar justo nombre a quien fue relajado ayer.

 

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*    Escrito de próxima publicación en la revista Anthropos.

[1] Este texto es el resultado –en su mayor parte- de recomponer, en un orden diferente, algunos fragmentos de distintos Autos de Fe realizados por la Inquisición en la ciudad de Córdoba (España). He tenido acceso al contenido de los mismos gracias a D. Sebastian de la Obra (historiador y director de Casa de Sefarad), quien –con un altísimo grado de generosidad- ha puesto a mi disposición el fruto de su excelente y laborioso trabajo de investigación sobre las víctimas de los Tribunales de la Inquisición. Queda aquí expresión de mi profundo agradecimiento.

[2] Ramírez de Arellano, Rafael. “La Inquisición de Córdoba. Noticias curiosas para ilustrar su historia”, en Boletín de la Real Academia de la Historia, tomo 38 (1901), pp. 169-168.