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CELEBRAMOS EL DÍA DE LA HISPANIDAD EN «CARMINA»: “DE LA VENIDA DE PEDRO PECADOR AL HOSPITAL DE IOAN DE DIOS, Y DE SU MUERTE”. Francisco de Castro (Granada 1585)

 
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Eremitorio alcarreño

(que es cerca de Mondéjar)

[Foto: Olga Duarte Piña 2008]

 

«Llegóse el tiempo en que nuestro Señor tenía determinado de dar descanso a su siervo y el premio de sus servicios y trabajos; y porque se cumpliese bien el consejo que le habían dado de su parte, que era buen acuerdo acabar con obediencia, fuéle impuesta obediencia que tomase el camino; y fuese a Madrid a tratar ciertos negocios con el Rey, que importaban a la casa; a lo cual él obedeció sin hablar palabra, aunque se le hizo bien de mal: lo uno, por estar enfermo de vejez, que ella sola es enfermedad; y lo otro porque él era inimicísimo de tráfagos y de cortes cuanto era posible; y baxando la cabeza, fué llevando un asnillo, que el hermano mayor le mandó llevar, aunque según se supo, él poco subió en él, porque no lo tenía usado, sino de andar a pie toda la vida; y así en el comer se trató en el camino harto ásperamente; porque llegado a Madrid, se fué a acoger a su hospital de los hermanos, y allí, como era huésped, no quería comer en el refitorio de los hermanos, sino a un rincón comía algunos regojos de pan duros que traía en la capacha, y con esto pasaba. Comenzó a  negociar, y dióle una calentura que le duró algunos días y le puso en trabajo. Y conocido que aquella enfermedad era la postrera, salióse de la Corte y fuese a Mondéjar, que es cerca. Y estaban allí el Conde y Condesa de Tendilla, que ahora son Marqueses de Mondéjar, que ellos y sus padres y abuelos han sido siempre muy piadosos y cristianos, y tenido gran devoción con esta casa de Ioan de Dios y favorecídole, y al presente le favorecen muy largamente con sus limosnas. Como fueron mucho tiempo capitanes generales deste reino de Granada, y son alcaides desta fortaleza insigne del Alhambra, y vivieron aquí siempre, conocían mucho al buen Pedro Pecador, y así acogióse allá a morir; y entrando por su puerta fuese a ellos, que holgaron mucho de velle. Y díxoles en entrando: acá me vengo a morir; y agravándosele el mal le hicieron acostar en buena cama, y curaron dél con gran caridad de todo lo necesario, como a sus mismas personas, y él en lugar de los quexidos que otros enfermos dan, si hasta allí cantaba y decía canciones amorosas a Dios, entonces las decía con mucha más dulzura y amor, como el cisne cuando muere, que canta más dulcemente.»

 

[Historia de la vida y santas obras de Iuã de Dios,

y de la institución de su orden, y principio de su hospital.

Compuesta por el Maestro Francisco de Castro,

Sacerdote Rector del mismo hospital de Iuã de Dios,

de Granada.

Año de MDLXXXV]

 

DA SERRA DA ARRÁBIDA. Frei Agostinho da Cruz (1540-1619)

 
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Convento de la Arrábida

[Foto: Lorenzo del Término]

 

«Escritor de cariz manierista, compuso una variada obra lírica que testimonia el dramático conflicto entre el pecador, afligido por el remordimiento, y el hombre guiado por una profunda saudade do céu, que más se aviva y consolida en contacto con la naturaleza exuberante de la Sierra de la Arrábida (encarnación terrena de lo divino), indisociable de su vida y de su poesía.

»En el conjunto de ésta, merecen destacarse los sonetos y las elegías…»

 

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DA SERRA DA ARRÁBIDA

Frei Agostinho da Cruz

(1540-1619)

   Do meio desta Serra derramando
A saudosa vista nas salgadas
Águas humildes, quando e quando inchadas,
Conforme o vário vento vai soprando,

   Estou comigo só considerando,
Donde foram parar coisas pasadas,
E donde irão presentes mal fundadas,
Pois pelos mesmos passos vão pasando.

   Oh qual se representa nesta parte
Aquela derradeira hora de vida
Tão devida, tão certa e tão incerta!

   Em quantas tristes partes se reparte,
Dentro nest’alma minha entristecida,
A dor, que em tais extremos me desperta!

 

[ANTÓNIO MATEUS e DANIEL PIRES.

A Serra da Arrábida na Poesía Portuguesa.

Ed. Centro de Estudos Bocageanos.

Setúbal, 2014.

Págs. 21 y 23]

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Eremitorio arrábido

[Foto: L. del T. 2016]

 

PADRE NUESTRO [GLOSADO]. Francisco de Quevedo (1580-1645)

 
Capilla Sixtina La creación de Adán (Miguel-Ángel)

La creación de Adán

(Capilla Sixtina)

Miguel Ángel

1475-1564

 

Padre nuestro

   Padre nuestro te llamo, no de todos;
pues aunque eres de todos Padre eterno,
y cuida tu gobierno
de buenos y de malos,
ya dispenses castigos, ya regalos,
sólo los que tu santa ley creemos,
llamarnos hijos tuyos merecemos;
y si por el pecado
perdemos el ser hijos, Tú, sagrado
padre por tu bondad, que es infinita,
a quien nuestra miseria no limita,
ni pierdes el ser padre del gusano,
que llama padre al Hijo soberano;
atrévome a llamarte
Padre, porque tú me lo ordenas
con entrañas de amor y piedad llenas.
Óyeme en tus palabras, pues te pido
de tu boca enseñado y instruido.

 

Que estás en los cielos

   Tú, que estás en los cielos, que criaste,
y me criaste a mí para poblarlos,
si yo sé conquistarlos;
Tú, que los despoblaste
de la familia angélica, que, osada,
por la soberbia mereció tu espada;
a mí, que vivo en tierra y que soy tierra,
sombra, ceniza, enfermedad y guerra,
mírame con los ojos que miraron
a Pablo, a quien del suelo
arrebataron al tercero cielo,
y en Vaso le mudaron
de Elección, siendo vaso de veneno.
Aquel mesmo relámpago, aquel trueno
me derribe, me ciegue y me dé vista,
cuando más obstinado me resista.

 

Santificado sea el tu nombre

   Para que, renovado el primer hombre
en mí, santificado sea tu nombre
de padre de las luces,
que al más perdido hijo le reduces;
el nombre de mi padre,
que santifico en tanto
que te sé obedecer, tres veces Santo,
que reinas uno y trino.
Porque en las alas de tu amor divino

 

Venga a nos el tu reino

   venga tu reino a los que no podemos
entrar en él, si Tú no nos le envías
y a la entrada nos guías.
Grandes son los tesoros
de tu magnificencia soberana,
pues que permite a la flaqueza humana,
esclava del pecado,
por más engrandecella,
que pida que tu reino venga a ella.
Pudo el Ladrón decir que te acordaras
dél en tu reino, cuando en él te vieras,
pues con voces, piadosas como claras,
en las ansias postreras,
vio que de tus contrarios
te acordabas, pidiéndole a tu Padre
el perdón de sus yerros temerarios;
que quien contigo en cruz, como Tú, muere
cuando mueres por él crucificado,
por tu gracia y tu lado,
tal premio alcanza y tal corona adquiere.

 

Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo

   Hágase, pues, Señor, hágase en todo,
tu voluntad; y en mí, ceniza y lodo,
se haga de la suerte que en el cielo
se cumple y obedece, y en el suelo,
que afirmado en el viento,
yace firme en el mismo movimiento.
La tierra vivo, tierra al cielo miro;
por merecer su habitación suspiro;
de ellos aprenderé, la noche y día,
a hacer tu voluntad, y no la mía.

 

El pan nuestro de cada día dánosle hoy

   Mas, porque el ser humano
en el bocado del primer manzano
comió desmayo y hambre, que se hereda,
y la muerte que en vínculo nos queda,
cuyos efectos en mis obras muestro,
dadnos hoy el pan nuestro
de cada día, pues sin él sería
muerte y noche del alma cada día.
No vive sólo en pan el hombre humano;
mas en tu pan de vida
sólo puede vivir, pues es comida
en él, siendo verdad, vida y camino,
quien da su carne en pan, su sangre en vino.

 

Perdónanos nuestras deudas

   Y porque no podemos,
siendo viles gusanos,
pagar los beneficios de tus manos,
como ellas, infinitos,
te pedimos con lágrimas y gritos,
acreedor eterno,
que tu corazón tierno
nuestras deudas perdone en sus procesos;
si no, por deudas moriremos presos.

 

Así como nosotros perdonamos a nuestros deudores

   Y por no parecer en la fiereza
(ingrata a tu piedad y tu grandeza)
A[l] deudor que pidió le perdonases
las grandes cantidades que debía,
y se las perdonó tu mano pía,
y encontrando, al salir, en el camino
un mísero doliente,
que le debía un dinero solamente,
porque no le pagaba,
sin querer esperarle le ahogaba,
por lo cual tu justicia,
juntando a su fiereza su avaricia,
le condenó a prisiones y rigores
y le arrojó a tinieblas exteriores,
nosotros, que pedimos
que nos perdones lo que a ti debemos,
porque en su culpa escarmentar queremos,
a los deudores nuestros perdonamos,
y, perdonando, [d]el perdón gozamos.

 

No nos dejes caer en la tentación

   Y porque es precipicios esta vida
y está en despeñaderos repartida,
y nuestro pie resbala
en la comodidad que le regala,
y nuestras penas y castigos veo
en concedernos Tú nuestro deseo,
no nos dejes, Señor, no nos consientas,
caer en tentaciones tan violentas.

 

Mas líbranos de mal. Amén

   Y líbranos del mal; no digo sólo
de aquellas cosas que por mal tenemos
los que pobreza y muerte aborrecemos,
desprecios y prisiones, que Tú, a veces,
por bienes nos ofreces,
sino de las riquezas,
de la prosperidad y las grandezas,
de los puestos y cargos,
que apetecen por bienes los mortales,
siendo castigos, siendo nuestros males
dulces al apetito, al seso amargos.
Líbranos, pues, de mal, Dios soberano :
que librarnos de mal tu santa mano
en tan ciegos abismos,
será librarnos de nosotros mismos.

 

[FRANCISCO DE QUEVEDO (1580-1645).

Obras completas I (poesía original).

Edición, introducción, bibliografía y notas de José Manuel Blecua.

Editorial Planeta S.A. Barcelona 1963.

 Págs. 185 a 188]

 

JESUS CONDUCIDO ANTE PILATO (I). Por José Manuel Colubi Falcó

 

Un enemigo del pueblo

Henrik Ibsen

(1828-1906)

[Fuente Wikipedia: «El 28 de mayo de 1981 se emitió una adaptación para Televisión española en el espacio Estudio 1, que estuvo protagonizada por José Bódalo, Irene Gutiérrez Caba, José Vivó, Francisco Merino, Cristina Higueras, Francisco Melgares, Manuel Zarzo, Amparo Climent y Emilio Mellado.»]

 

Ente los apócrifos de la pasión y resurrección de Jesús se cuentan los escritos conocidos como Actas de Pilato, cuyo comienzo es el que sigue:

   «Yo, Ananías, protector, de los pretorios, legisperito, por las divinas escrituras conocí a Nuestro Señor Jesús Cristo, llegado a Él por la fe y hallado digno del santo bautismo. Y habiendo buscado las memorias que se hicieron en aquella ocasión sobre Nuestro Señor Jesús Cristo, las que los judíos depositaron en manos de Poncio Pilato, esas memorias las hallé en letras hebraicas y por la buena voluntad de Dios las traduje en letras helénicas para conocimiento de todos los que invocan el nombre de Nuestro Señor Jesús Cristo, durante el reinado de nuestro señor Flavio Teodosio, año decimo-séptimo, y Flavio Valentiniano, el sexto, en la indicción nona.

   »Pues bien, todos cuantos leáis y trasladéis estos escritos a otros libros, acordaos de mí y rezad por mí, a fin de que Dios me sea propicio y me perdone los pecados que contra Él cometí.

   »Paz a los que las lean, a los que las oigan y a sus servidores.

   »En el decimoquinto del gobierno de Tiberio César, basileo de los romanos, en el año decimonono de Herodes, basileo de la Galilea, durante su mandato, en el día octavo anterior de las calendas de abril, que es el vigesimoquinto de marzo, en el consulado de Rufo y Rubelión, en el año cuarto de la ducentésima segunda olimpíada, siendo archisacerdote de los judíos Josepo, el Caifás. Cuantas cosas historió Nicodemo después de la crucifixión y pasión del Señor, las transmitió a los archisacerdotes y a los demás judíos. El mismo Nicodemo las compuso en letras hebraicas.

   »I. 1. Habiendo celebrado consejo los archisacerdote y los escribas, Anás y Caifás… y los restantes judíos, vinieron ante Pilato acusando a Jesús de muchas prácticas diciendo: “Sabemos que éste es hijo de José el carpintero, nacido de María, y dice ser el hijo de Dios y basileo, y además profana los sábados y quiere abolir nuestra ley heredada de los padres.” Les dice Pilato: “¿Qué es lo que hace y quiere abolir?” Dicen los judíos: “Tenemos por ley no curar a nadie en sábado; pero éste ha curado a cojos, jorobados, secos, ciegos, paralíticos, sordos y posesos de demonios, en sábado y con malas artes.” Les dice Pilato: “¿Con cuáles malas artes?” Le responden: “Es un hechicero, y con la ayuda de Beelzebul, caudillo de los demonios, expulsa a los demonios y todo lo somete a sí.” Les dice Pilato: “Esto no es expulsar a los demonios con la ayuda de un espíritu inmundo, sino con la del dios Asclepio (Esculapio).”»

 

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JESÚS CONDUCIDO ANTE PILATO (II). Por José Manuel Colubi Falcó

JOSÉ DE ARIMATEA LIBERADO POR JESÚS. Por José Manuel Colubi Falcó

 

POEMA A LOS REYES MAGOS. Lauro Gandul Verdún (Alcalá de Guadaíra, 2016)

 
la adoración de los magos Francisco de Zurbarán

La adoración de los Magos

Francisco de Zurbarán

1598-1664

 

A Manuel A. Seda Hermosín, rey Melchor

A Adolfo Rosado Pedrero, rey Gaspar

A Luis Fernández Rubio, rey Baltasar

A la Estrella de la Ilusión, Lupe Rodríguez de Francisco

y al Gran Visir, Emilio Nieto Durán

 

 «¡Ve despacio, no corras,
que el niño de tu yo, recién nacido
eterno,
no te puede seguir!»

Juan Ramón Jiménez

(1881-1958)

 

 

1

NIÑO RECIÉN NACIDO ETERNO

 

   Si pudiéramos remontarnos a la inocencia pura,
Y no hubiéramos olvidado nunca
Que nos fue dada para que cada instante de la vida
Nuestros ojos fueran los ojos abiertos de un niño que sonríe.
Unos ojos iluminados en una cara, que es la encarnada ternura,
Y que una vez miraron y vieron desde el niño que fuimos.

 

   Si yo pudiera con el dedo índice
Tornar el tic-tac del reloj
En tac-tic

   Si yo pudiera
A la aguja de los minutos
Darle vueltas y vueltas contra su tic-tac
Y que sonara el reloj
Con un tac-tic nuevo

   Tac-tic tac-tic tac-tic
Y poder asomarme al mundo
A través de tus ojos

   ¿Cuánto tardaría en llegar a conocer lo que escuchas
Y lo que sueñas?

   ¿Qué canta el universo? ¿A qué sabe el aire?
Desde dentro de ti te preguntaría

   Tac-tic tac-tic tac-tic
Hasta a tu tiempo llegar

   Si yo pudiera achicarme
Para tener la oportunidad milagrosa
De asomarme al mundo
A través de tus ojos

   ¿Cómo vería el día y la noche?
¿Y las estrellas? ¿Y el mar?

   Como sólo tú sabes todo esto que digo
Sonríes.

 

   Tú eres, niño, quien a los Magos ves.
Eres el niño que fuimos
Cuando de madrugada se te aparecen,
Una vez en la vida, al menos.
Porque al mirar de tus ojos, niño,
No es ajeno el milagro de los Sabios.
Tú, recién nacido eterno,
No corres  ni tienes prisa.
Sencillamente, ves.
Contigo, despacio he de ir.
Dame tu mano.
Vayamos de la mano…

 

2

AQUELLOS PRIMITIVOS MAGOS

 

   Majestades,
Con el propósito de lograr el relato posible
De aquel largo viaje,
He escrito estos versos
Para un poema sobre lo que hace tanto tiempo que pasó.
Un tiempo que al pensarlo da vértigo,
Un tiempo que es un viento que sopla, a veces con ímpetu,
Y me hace temblar,
Que se me agolpa inflamado de siglos en las sienes.

   Heme aquí, pues,  para tratar de los Magos
Que entonces hicieron aquel prodigio
Desde su lejana tierra y desde su tiempo antiguo.

   Antes, mucho antes de ser investidos de majestad,
Mucho antes de aquella ruta sagrada que habían de emprender,
Moraban en palacetes que fecundas tierras circundaban,
Mientras parecía que todo transcurría dulcemente
En las terrazas de las laderas.
Entre siervos y clientes,
Vivían una vida que dejaban pasar
y suponían que era una vida que les sonreía.

   Hace tanto tiempo que todo esto que vengo a contar transcurrió,
Que muchos han olvidado
Que en sus reinos aquellos Magos
Eran quienes subían a los montes más elevados,
O descendían a las más profundas simas.
Sacrificaban mansos animales a los planetas, al sol, a la luna,
A la tierra, al agua y a los vientos.
Eran el fuego o la llama tímida,
Sus dioses rectores.
Eran el aire ligero,
El círculo de los astros,
Las lumbreras del cielo,
El agua impetuosa o el secreto brotar del agua;
Eran éstos, entonces, sus dioses rectores.

   Afamados por sus embelesos, en sus lugares
Seducían y encantaban.
¡Ay, vivían entregados a la magia!
Vivían para ver si por la boca y potencia de los espíritus
De su superstición,
Se les manifestaban los misterios.

   Aquellos primitivos Magos,
Señores de tierras y gentes, auténticos soberanos,
Mientras duraban los encantamientos,
Sostenían en una mano un haz de brezo
Que un bramante anilla,
Y en la otra, ramos de tamarindos.
En los extraños altares de templos ignotos,
Representaban sus rituales.
Como astrólogos interpretaban los sueños,
Ninguna galaxia les era ajena,
Advertían y tenían trato con entelequias sobrenaturales.
Mas su ciencia sólo aspiraba al saber necesario
Para adivinar lo oscuro o lo luciente del futuro.
Creían imponer su voluntad a los meteoros
Cuando proclamaban palabras terribles y sacramentales,
O recitaban raras fórmulas, que sólo ellos conocían.
Palabras apropiadas para que la fuerza secreta y misteriosa,
De poderes ocultos y formidables
De los que pensaban que eran depositarios,
Interviniera cuando a su antojo la invocaran.

 

 

3

EL ASTRO DIVINO

 

   Pero en cambio habían perdido toda alegría;
En verdad, las sonrisas que tenían por ciertas
Sólo eran tristezas disfrazadas de disfrute, gozos aparentes.
En el fondo, no se imaginaban saber nada justo;
No se imaginaban poder, en verdad, aprender algo,
Ni mejorar ni convertir a los hombres.
Ni confiar con ellos en la verdad de lo dichoso.

   Hasta que una noche, transparente como el cristal,
La Estrella
Vieron.
Por vez primera, una noche,
Tan rotunda y tangible,
Descubrieron la luz de la luz,
La causa de la luz.
Y no supieron si fue real, o aquella visión luminosa
Fue más un sueño;
Sin importarles,
Porque lo más real está hecho con los materiales de los sueños.
Aquella luz era la vida de los hombres,
Desde luego fue milagroso, lucía en las tinieblas.
Fue la noche aquella, la primera fue,
Aun habiendo contemplado en el cosmos
Miles de estrellas fugaces,
Nunca desde sus privilegiados observatorios
Conocieron un fenómeno como el de aquel astro extraordinario
Dibujando una línea en la límpida bóveda del cielo,
Esbelta forma de un perfil y un fin.
Su dirección significó un mandato imperativo
Que sus corazones alojaron plenos de ternura.
Y a partir de entonces los tres Reyes Magos
Dejaron de ser los que eran.
Ocurrió que ya no les servían ni haberes ni dinero,
Ni honor ni gloria
En el mundo:
Lo único que iba a importarles era cómo seguir a aquel Divino Astro.

   Refirieron a otros prominentes astrólogos,
Que iban a emprender el viaje, que era un designio.
Que lo más parecido a aquel afán era el amor.
Sólo les contestaron suplicándoles que se desistieran.
Todas las advertencias les dieron
Para que no abandonaran sus patrias.
¡Pero era tan firme la determinación de los tres Sabios!
Los que los conocían, aunque realmente no los apreciaran,
Se convencieron de que algo terrible
Habían de padecer,
Una rara, y nueva, locura.
Aunque otros sí los comprendieron.
A aquella cabalgata muchos sumaron su estatura y anhelos.
Ciertamente, los suspicaces no quisieron escuchar a los Magos,
Aunque éstos les explicaran, no quisieron saber.
«¡Hemos encontrado una nueva Estrella,
Una Estrella diferente a todas las del universo!»,
Repetían a unos y a otros.
No sirvió de mucho porque sus compatriotas miraban
Hacia donde ellos, con entusiasmo, les señalaban,
Y nada veían, nada diferente de lo que ya conocían.
Aquel viaje suponía recorrer unos territorios que los suyos
Juzgaron una hazaña imposible de realizar.
¡Ay, hombres que no escuchaban el latir del tiempo!
No.
Pero los Magos fueron dóciles al tiempo,
¡Al tiempo lleno!
E implacables con la monotonía de un tiempo vacío.
Su viaje habría de ser largo
Porque era un viaje desde el tiempo de una sabiduría vieja
Al tiempo de la nueva sabiduría.
Lo sabían.
Ellos lo sabían, eran magos.
Y así acordaron el viaje.
Y con ellos los que los seguían porque creían
Que aquella Estrella era divina.
Aunque no desdeñaron su saber,
Más llenaron sus alforjas del ansia de un saber nuevo,
Y de dones,
Y de oro, incienso y mirra,
Porque el Nacimiento del más grande Rey
Vaticinaba la Estrella.
Ellos lo sabían.
Que se alzaría de Israel,
Que un cetro surgiría allí.
Sí que lo sabían.

 

 

 4

EL VIAJE

 

   Así, llegado el día partieron desde sus lejanos sitios,
Desde las tierras de La Media, desde la amable orilla del mar Caspio,
Cruzaron los montes Zagros
Y atravesaron el desierto
Para llegar a Belén, la tierra de Judá.
Ellos sabían que adonde iban,
Está escrito, nacería quien apacentará el mundo.
Esto lo sabían, y ha de quedar aquí también escrito.
Y que habían de postrarse ante él todos los reyes,
Ellos iban a ser los primeros.
Y sabían que le servirán todos los pueblos.
También esto lo sabían, porque los tres eran Reyes Sabios.

   Hubieron de pasar mucho frío, muchísimo.
Era el peor momento del año.
Aquel invierno fue singularmente crudo.
El peor invierno para aquel viaje tan largo.
Cruzaron caminos tortuosos,
Auténticos laberintos, que ni ellos pudieron prever.
El clima hosco les arañaba la faz.
Tuvieron que soportar la ventisca, la tormenta,
El granizo, la nieve ruda, lo rocoso en el llano y en la montaña,
Los desfiladeros, y el inhóspito desierto…

   Tuvieron sed, y hubieron de soportar la sed
Porque todavía no sabían invocar a Dios:
Eran Magos, eran Sabios, eran Reyes,
Pero aún no eran Santos.
Aún no les podía ser dada el agua de la dura roca.
De ésta sólo tenían para saciar su sed la aspereza.

   A veces, quienes los acompañaron no eran suficientes
Para alimentar las hogueras nocturnas;
Tristemente,
Algunos de estos leales servidores cayeron en el camino.
Por ellos amargas lágrimas derramaron.
Cuando no encontraban cobijo,
Fijaron sus tiendas en lugares intransitables;
En las ciudades algunos trataban de engañarlos,
Y en algunas aldeas, también.
Pero los que sobrevivieron con sus Reyes Sabios
Y la divina Estrella de la Esperanza
Resistieron el infortunio y rechazaron las adversidades.
Hubo de ser durísimo,
Hasta para ellos hacer aquel viaje fue durísimo.
Y siguieron y siguieron,
A trechos dormían sin dejar de cabalgar,
Sin parar.
Si caían, proseguían, y la Divina Estrella los alumbraba,
La Estrella de la Ilusión inagotable,
No ya sólo desde el cielo,
Sino entrañada en ellos mismos, alumbrando sus almas.

   ¡Pero en pos de la divina Estrella nada podía desalentarlos!
¡Todo lo que habían de saber por ella lo sabían!

   Durante la oscura noche del vasto tiempo transcurrido
Vinieron de muy lejos.
Y tardaron un tiempo infinito y fue su itinerario
Un espacio inabarcable.
Dejaron muy lejos
Todo lo que habían tenido en sus reinos.
¡Todo lo dejaron atrás!
¡El mundo no era el que pensaban!
Ante el mundo que alcanzarían
Sólo les cabría gritar:
¡Oh, Mundo!

   ¡Melchor, Gaspar y Baltasar vinisteis a ofrecer,
Ofreciéndoos!
¡Ah, Reyes Magos vuestra odisea,
A través del tiempo, la tierra y el universo,
Siguiendo una sola Estrella entre todas las de las constelaciones!
Estrella, con tal intensidad contemplada
En vuestros adentros también se hizo Estrella.
Una Estrella interior mucho más misteriosa
Que iluminaba el alma de los Magos.

 

 

 5

LA ADORACIÓN

 

   Guiados por una luz de luces, llegaron a la luz verdadera,
A la cuna del Salvador recién nacido,
A la casa del Niño Dios,
Donde lo hallaron lleno de majestad,
Porque es la Majestad misma,
Y de hinojos lo adoraron,
Porque por Él fue hecho el mundo.
¿Quiénes vinieron a Quién?
Los Santos Magos eran suyos,
Y éstos sí que le recibieron.
Los Sabios renacieron Santos y creyeron en su Nombre,
Y vinieron a ser sus hijos.
Hijos de su prestigio por toda la tierra:
Convertidos en Santos pregoneros del Mesías.

   Magos, Sabios, Reyes y Santos.
Santos Reyes Magos, Santos Reyes Sabios,
Ante la Verdad, la Gracia, la Gloria,
Visteis a Dios.

   ¡Gloria al recién Nacido!
¡Gloria de su Bendita Madre!
¡Gloria!

   Y de hinojos le adoraron,
Luego abrieron sus alforjas,
Le ofrecieron dones, oro, incienso y mirra.

 

 

 6

EL REGRESO A SUS REINOS

 

   Porque en sueños fueron advertidos
Finalmente a su tierra regresaron,
Mas por otro camino.
Sucediendo, que así como en el viaje a Belén
No poco padecieron,
En el regreso a sus reinos,
Aunque también tuvieron que sufrir la ventisca, la tormenta,
El granizo, la nieve ruda, lo rocoso en el llano y en la montaña,
Los desfiladeros, y el inhóspito desierto…
Cuando en el regreso tuvieron sed,
Aunque hubieron de soportarla en su aspereza,
De la roca en su ternura el agua brotó de lo duro,
Cada vez que humildemente la pidieron,
Ahora sabiéndolo.
Porque los Santos Reyes habían aprendido a rezar
En Belén, donde se postraron ante el Niño recién nacido eterno.
Esta vez sí era a Dios a quien invocaban:

   ¡Eran Santos, además de Magos, Sabios y Reyes!
¡Santos Reyes Magos!
¡Majestades!

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LAS ABARCAS DESIERTAS. Cuando la víspera de los Reyes Magos, a propósito de un homenaje de «CARMINA» al poeta MIGUEL HERNÁNDEZ (1910-1942)

AL PRINCIPIO ERA EL VERBO. Juan 1, 1-18

DE LA INFANCIA DE JESÚS. Por José Manuel Colubi Falcó

LA ANUNCIACIÓN DE JESÚS. Lucas 1, 26-38

LA ADORACIÓN DE LOS MAGOS. Mateo 2, 1-12

FICCIÓN DE NAVIDAD. De la serie «RECORTES», Nº 103. Por Pablo Romero Gabella

ZAGALEJOS, VENID AL PORTAL. Poema de autor anónimo del siglo XVII con fotografía de Manuel Verpi 2014

PORTALICO DIVINO (1606). Francisco de Ávila

ERES NIÑO Y HAS AMOR. Fray Íñigo de Mendoza (1425-1507)

NAVIDAD, 2014. Antonio Luis Albás y de Langa

NAVIDAD. 100 AÑOS DE «PLATERO Y YO». Homenaje de «CARMINA» al poeta Juan Ramón Jiménez (1881-1958)

AL NACIMIENTO DE CRISTO NUESTRO SEÑOR. Luis de Góngora y Argote (1561-1627)

LA PALMERA. Gerardo Diego (1896-1987)

NATIVIDAD. Vicente Núñez

PALIQUES DE LA VIRGEN EN LA MAÑANA DEL NIÑO (AÑO DE 1954). Vicente Núñez

NACIMIENTO DE MARÍA. Por José Manuel Colubi Falcó

LA GRAVIDEZ DE MARÍA. Por José Manuel Colubi Falcó

JOSÉ VA A EMPADRONAR A SU FAMILIA. Por José Manuel Colubi Falcó

LA ANUNCIACIÓN (1472-1475). Pintura de Leonardo da Vinci (1452-1519)

NAVIDAD 2013, Antonio Luis Albás

LA ANUNCIACIÓN DE MARÍA. Por José Manuel Colubi Falcó

 

DE LA INFANCIA DE JESÚS. Por José Manuel Colubi Falcó

 
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Árboles portugueses desde la carretera hacia España

[Foto: ODP, Portugal 6 de diciembre de 2015]

 

El texto que traduzco está contenido en un manuscrito del siglo XIII, conservado en la Biblioteca Nacional de París; lo he tomado, prestado, de la edición de los Evangelios Apócrifos que hizo para los lectores de habla española D. Aurelio de Santos Otero, publicada en la Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid MCMLXIII, donde aparece bajo el título Libro sobre la infancia del Salvador, páginas 366-372. Según el editor, «no parece sino una compilación medieval de leyendas apócrifas…» Son, pues, unas cuantas fábulas más que hay que añadir a una abundante tradición popular sobre la vida de Jesus. Constituye el parágrafo 5 de la obra y está escrito en latín.

   He aquí mi versión al español:

   «Cierto día, en hora matutina, cuando el rocío todavía templaba los rayos del sol, [he aquí que] iban ascendiendo María y José desde las partes de Tiro y de Sidón en dirección a Nazaret, y como María fuera incómoda por el sol ascendente, fatigada, se sentó en la tierra. Y dijo a José: “Va subiendo [el calor] por el que me veo agobiada, y yo ¿qué puedo hacer? No hay a la vista una sombra por la que pueda ser protegida.” Y con las manos extendidas al cielo comenzó a orar diciendo: “¡Oh virtud del Altísimo!, según el verbo jocundo que una vez oí enviado por Ti, cúbreme con tu sombra, se llene mi vida de alma y dame tu refrigerio.” Y Jesús, por su parte, como hubiera oído estas voces, llenóse de alegría por las palabras, y una rama seca que en su mano tenía a modo de báculo la clavó en la tierra y dijo imperiosamente: “Da inmediatamente una sombra gratísima a mi madre.” E inmediatamente la vara aquella comenzó a crecer hasta convertirse en un árbol denso y ramoso que les dio un dulce refrigerio mientras descansaban.»

 

AGORA CON LA AURORA SE LEVANTA. Fray Luis de León (1527-1591)

 

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Cerro del Hierro

[Foto: Manuel Verpi (San Nicolás del Puerto)]

2015

 

SONETO

 

   Agora con la aurora se levanta
mi Luz; agora coge el rico nudo
el hermoso cabello; agora, el crudo
pecho ciñe con oro y la garganta.

   Agora, vuelta al cielo, pura y santa,
las manos y ojos bellos alza, y pudo
dolerse agora de mi mal agudo:
agora incomparable tañe y canta.

   Ansi digo; y del dulce error llevado,
presente ante mis ojos la imagino,
y lleno de humildad y amor la adoro.

   Mas luego vuelve en sí el engañado
ánimo, y conociendo el desatino,
la rienda suelta largamente al lloro.

 

  [FRAY LUIS DE LEÓN.

POESÍAS.

Edición preparada por Miguel de Santiago.

Ed. Ediciones 29. Barcelona 1989]

 

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«POESÍA SACRA» EN LA IGLESIA DEL MÁRTIR SAN SEBASTIÁN DE ALCALÁ DE GUADAÍRA (*). 75 º ANIVERSARIO DE LA HERMANDAD DE LA AMARGURA

¡OH, CORTESÍA! ¡OH, DULCE ACOGIMIENTO! Fray Luis de León (1527-1591)

AMOR CASI DE UN VUELO ME HA ENCUMBRADO. Fray Luis de León (1527-1591)

DESPUÉS QUE NOS DESCUBREN SU LUCERO. Fray Luis de León (1527-1591)

 

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Afueras, recién amanecido el día

[Foto: Manuel Verpi (Alcalá)]

2015

 

PADRE NUESTRO [GLOSADO (DOS FRAGMENTOS)]. Francisco de Quevedo (1580-1645)

 

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Dios en la Plaza Ochavada

(Foto: Manuel Verpi 2013)

Aguilar de la Frontera

 

Hágase

tu voluntad

así en la

tierra como

en el cielo

 
 

   Hágase, pues, Señor, hágase en todo
tu voluntad; y en mí, ceniza y lodo,
se haga de la suerte que en el cielo
se cumple y obedece, y en el suelo,
que afirmado en el viento,
yace firme en el mismo movimiento.
La tierra vivo, tierra al cielo miro;
por merecer su habitación suspiro;
de ellos aprenderé, la noche y día,
a hacer tu voluntad, y no la mía.
 

Mas líbranos

de mal.

Amén

 

   Y líbranos del mal; no digo sólo
de aquellas cosas que por mal tenemos
los que pobreza y muerte aborrecemos,
desprecios y prisiones, que Tú, a veces,
por bienes nos ofreces,
sino de las riquezas,
de la prosperidad y las grandezas,
de los puestos y cargos,
que apetecen por bienes los mortales,
siendo castigos, siendo nuestros males
dulces al apetito, al seso amargos.
Líbranos, pues, de mal, Dios soberano :
que librarnos de mal tu santa mano
en tan ciegos abismos,
será librarnos de nosotros mismos.

[FRANCISCO DE QUEVEDO.

OBRAS COMPLETAS, I : POESÍA ORIGINAL.

Edición, introducción, bibliografía y notas de JOSÉ MANUEL BLECUA.

Ed. Planeta, S.A. Barcelona 1974]

 

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Don Francisco de Quevedo y Villegas en «CARMINA»:

 

POR LOS REYES BUENOS, DE QUIEN MURMURAN MALOS VASALLOS. Francisco de Quevedo (1580-1645)

EN LA MUERTE DE CRISTO, CONTRA LA DUREZA DEL CORAZÓN DEL HOMBRE. Soneto de Francisco de Quevedo (1580-1645)

POR QUÉ, HABIENDO MUCHAS MADRES MUERTO DE LÁSTIMA DE VER MUERTOS SUS HIJOS, AMANDO NUESTRA SEÑORA MÁS A SU HIJO QUE TODAS, NO MURIÓ DE LÁSTIMA. Soneto de Francisco de Quevedo (1580-1645)

 

CÓMO PODRÉ, SEÑOR, QUERER QUEREROS. Lope de Vega (1562-1635)

 
Baltasar del Águila

Crucificado con Santos Juanes

(óleo sobre cuero)

Baltasar del Águila

1540-1599

[Museo de Bellas Artes de Córdoba]

 

SONETO

 

   ¿ Cómo podré, Señor, querer quereros
cuanto deseo por poder serviros ?
¿ Qué lágrimas, qué afectos, qué suspiros
derramaré, tendré, daré por veros ?

   ¿ Qué requiebros diré para moveros
y de tantas ofensas divertiros ?
¿ Cómo podrá mi alma recebiros,
siendo tan imposible mereceros ?

   ¿ Cómo las tiernas quejas que os envío,
podrán, Jesús dulcísimo, obligaros ?
Mas ¿ qué os pregunto yo ? ¡ Qué desvarío !

   Amaros quiero ya, no preguntaros,
porque el modo de amaros, Jesús mío,
Bernardo dice que es sin modo amaros.

 

[LOPE DE VEGA.

OBRAS POÉTICAS, I : RIMASRIMAS SACRAS Y OTRAS.

Edición, introducción, bibliografía y notas de JOSÉ MANUEL BLECUA.

Ed. Planeta, S.A. Barcelona 1974]

 

EN ESTA TABLA DE TU CRUZ DIVINA. Lope de Vega (1562-1635)

 

museobellasartesdeCórdoba25042015ManuelVerpi

[Foto: Manuel Verpi (Museo de Bellas Artes de Córdoba]

 

SONETO

 

   En esta tabla de tu Cruz divina
saldré de la tormenta del mar fiero
con el aliento del vivir postrero,
a donde el norte de su luz me inclina.

   La nave de mi vida peregrina,
que las sirenas no temió primero,
en los bancos del mundo lisonjero
sin gobierno zozobra y desatina.

   Tú sola en tal peligro, tú me alientas,
tabla dichosa, que mi vida entabla
por tantas olas de mi error violentas.

   Cobréme en Ti, y a Ti llegué sin habla :
que no puede anegarse en sus tormentas
quien se abrazare a tu divina tabla.

 

[LOPE DE VEGA.

OBRAS POÉTICAS, I : RIMAS – RIMAS SACRAS Y OTRAS.

Edición, introducción, bibliografía y notas de JOSÉ MANUEL BLECUA.

Ed. Planeta, S.A. Barcelona 1974]