Posts categorized “«MITOS E HISTORIAS» POR JOSÉ MANUEL COLUBI FALCÓ”.

TÉRMINO. Por José Manuel Colubi Falcó

 

DiosTerminus por HansHolbeineljovenEl dios Término

Hans Holbein el joven

(1497-1543)

 

Entre las muy numerosas acepciones de este término que nos ofrece el DRAE, se leen, en primerísimo lugar, aquellas que podrían considerarse originarias: último punto hasta donde se extiende una cosa, último momento de la duración de algo, límite o extremo, mojón o señal permanente que fija los linderos, línea divisoria de estados, provincias, distritos, etc. En suma, la idea de fin o confín como fundamental.

   Término tiene también su historia, que se remonta a aquellas edades en las que todo es común y no existen las formas de posesivos mío y tuyo. Elogiadas y añoradas por poetas y prosistas (e. gr. Hesíodo y Cervantes), son los tiempos en que Saturno es rey; mas esas edades tocan su fin cuando la avaricia, la ambición, la codicia, hace su aparición entre los hombres, promueve usurpaciones y suscita pleitos y procesos. De ahí que la diosa de los campos, Ceres, la griega Deméter, intervenga y sancione por ley que aquéllos sean distinguidos unos de otros mediante indicadores de sus límites, las más de las veces cipos, mojones o hitos (conservamos topónimos y apellidos e. gr. Piedrahita, Piedrafita en español, y en otras lenguas peninsulares, especialmente en el lenguaje agrícola, v. gr. la expresión valenciana la (pedra) fita). Este indicador, por ser creación de una diosa, entra a formar parte del elenco de divinidades, es denominado Terminus —y terminator quien lo pone— y recibe culto, en Roma, desde el rey Numa.

   Dios rústico desde sus orígenes, sus representaciones serán elementales —teja, piedra, tronco de árbol, que aún se conservan hoy—, aunque en el transcurso del tiempo se intenta superar ese estado de cosas dándole la figura de hombre carente de extremidades erigida sobre un cipo con forma de pirámide. Y, naturalmente, tiene sus fiestas, que llevarán su nombre, Terminalia (Terminales), celebradas el día 23 de febrero de cada año; en ellas, los propietarios de fundos limítrofes se reunían junto al hito, cipo, mojón que indicaba el límite de sus tierras y allí, en buena armonía, hacían ofrendas (guirnaldas) y sacrificios cruentos (corderos, cerdos) al dios Terminus. Y también su leyendas: es inmutable porque, cuando el último rey etrusco Tarquinio el Soberbio quiso erigir el templo de Júpiter Óptimo Máximo en el Capitolio, las divinidades le cedieron el lugar donde tenían sus capillas, todas menos una: Terminus, que hizo inútiles los esfuerzos por desplazarlo de su sitio, porque las lindes de los campos son sagradas y no se pueden cambiar ni transgredir.

 
pinodeltérminoManuel Verpi2014

Pino del Término

[De los singularizados pinos del mundo por tener nombre propio]

Dedicatoria para Isabel Castro y Luis Gandul

(Foto:  Manuel Verpi [Alcalá 2014])

 

PENÉLOPE. Por José Manuel Colubi Falcó

 

OdiseoyPenélope-FrancescoPrimaticcioOdiseo y Penélope

Francesco Primaticcio

1505-1570

 

«Esto es la tela de Penélope», suele decirse cuando se hace algo cuyo fin no se ve nunca. Su origen está en la segunda obra de la historia literaria europea, la Odisea, el poema de Odiseo, de Ulises, cuyas aventuras canta Homero, hasta su llegada a la patria, Ítaca, después de diez años de guerra en Troya y otros tantos de regreso peregrino por el mar. Allí lo recibe su mujer, Penélope, no sin prevención ni recelos, quien lo somete a prueba para asegurarse de que aquel mendigo es realmente su marido, el rey de Ítaca.

         Penélope es, en la Odisea, el símbolo de la fidelidad conyugal y de la astucia femenina, consonante con la sagacidad de su amado y esperado marido, Odiseo, «fecundo en recursos», según traducción del doctor Segalá. Hija de Icario y de la náyade Peribea, Penélope es el premio que recibe Ulises por su triunfo en una carrera sobre los otros pretendientes. Reyes de Ítaca, su vida feliz se ve turbada por el rapto de Helena, que obliga al rey a partir en dirección a Troya junto con los otros príncipes griegos, para vengar la afrenta. Tomada la ciudad después de diez años largos de guerra, todos emprenden el regreso, nóstos, nostálgicos de sus respectivas patrias.

         Mas no todos llegaron en breve. Ulises y sus compañeros navegaron, perdidos, durante mucho tiempo, hasta que el año décimo pisó nuevamente Ítaca nuestro héroe. Durante veinte años, pues, guarda su ausencia la fiel Penélope, en casa, donde al poco de la partida de Odiseo comienzan a asediarla innúmeros pretendientes, los jóvenes de esas tierras, prendados de su hermosura y de sus virtudes, quienes en palacio viven una vida regalada, indiferentes a los reproches de la reina. Ésta, agobiada por sus solicitudes, promete casarse con el que ella elija cuando haya terminado el sudario de su anciano suegro Laertes. Sellado el pacto, la reina teje el sudario de día, mas de noche desteje todo lo que durante el día ha tejido, y así pasan los meses y los años hasta que, desvelado el ardid por una de las criadas, no tiene más remedio que terminarlo. Mas Penélope, consciente de la debilidad de aquellos jóvenes que vivían hundidos en la molicie, para librarse de ellos y seguir esperando a su marido, promete casarse con aquel que logre tensar el arco de Ulises en una prueba común a todos en presencia de los itacenses. Llegado el día y ante los espectadores, como nadie fuera capaz de tensar el arco, un mendigo se presenta, apela a la equidad de los jueces y a la promesa hecha por la reina y, aceptado en el certamen, toma el arco, lo tensa y se manifiesta al pueblo y a la reina como Ulises, el rey, feliz por pisar nuevamente su patria tierra. Alcínoo, rey de los feacios, había hecho posible su regreso.

DIOS. Por José Manuel Colubi Falcó

 

diosenplazaoctogonal28122013M.VerpiDios en la Plaza Ochavada

(Foto: Manuel Verpi 2013)

Aguilar de la Frontera

 

Dios es una de las palabras que con más reverencia suele pronunciarse o escribirse en nuestras conversaciones orales o escritas. Y ¿cuál es su sentido? El Diccionario de la Real Academia Española dice así: «Nombre sagrado del Supremo Ser, Creador del universo, que lo conserva y rige por su providencia. 2. Cualquiera de las deidades que dan o han dado culto las diversas religiones,  como el dios Apolo o el dios Marte, de los latinos, el dios Brahma, de los indios… etc.». Su origen, ciertamente, es la voz latina deus, mas ¿cuál es su primer significado?

         Para designar ese concepto, el inglés y el alemán, lenguas indoeuropeas del grupo germánico, tienen god y gott respectivamente, mientras que el latín y el griego, también indoeuropeas, se sirven de dos vocablos completamente distintos, de deus aquél, y de theós éste. Aquellas remontan a una raíz *ghutom, cuyo significado es «destinatario de los sacrificios», mas las dos últimas citadas han recurrido a otras raíces para expresar la misma idea. 

         El latín tiene su término específico que designa al dios, deus, que heredarán sus lenguas hijas: dios en castellano, déu en el grupo catalán-valenciano-balear, en francés dieu, dio en italiano, deus en portugués. Deus es hijo de una raíz que expresa lo brillante, la luz, y se manifiesta de dos formas, *deiwo y *dyew, que darán lugar a otras. Así, la primera nos obsequiará con divino, adivino (donatario de la sabiduría de Dios) y algunas, bastantes, más; y la segunda, con Iuppiter, Júpiter, un vocativo (Dieu pater, ¡padre Luminoso!), en cuya declinación hallamos Iovis, Iovem (Jove), que en composición con dies, el día (la Luz, frente a la Oscuridad), de la misma raíz, formará el nombre del día central de la semana, el dijous (catalán-valenciano-balear), jeudi en francés, giovedi en italiano, el día de Júpiter, o sea, el jueves en castellano, el (día) de Jove, del Luminoso, de la Luz.

         El griego tiene también su nombre para designar a esos seres superiores llamados dioses: theós, cuya raíz, obviamente, no es la misma, mas ello no quiere decir que aquélla no haya sido productiva en esta lengua. Así, el nombre del dios de la luz, Zeus, que presenta alternancia en su declinación diew/diw, siendo su genitivo Diós, su acusativo Día, frente a nominativo Zeús y vocativo Zeû (dy>z; cf. español gozo<gaudium); y en Homero, numerosas veces sus héroes reciben el calificativo de divinos (dîos Odysseús, el divino Odiseo), en concurso con el término que designa a la deidad propiamente dicha (Kalypsó, dîa theáon, Calipso, la divina, luminosa entre las diosas).

LA ANUNCIACIÓN DE MARÍA. Por José Manuel Colubi Falcó

 

SACRIFICIO DE JOAQUÍNGiottoSacrificio de San Joaquín

Giotto

1267-1337

 

En los Evangelios apócrifos, en el Libro sobre la natividad de María, se lee: «I. 1. Pues bien, la feliz y gloriosa siempre virgen María, que traía su origen de estirpe regia y de la familia de David, nacida en la ciudad de Nazaret, fue educada en Jerusalén, en el templo del Señor. Su padre se llamaba Joaquín y su madre, Ana. La casa paterna era de Galilea y de la ciudad de Nazaret, mas el linaje materno, de Betleem. 2. La vida de éstos era sencilla y recta ante el Señor y ante los hombres, irremprensible y pía. Pues dividieron toda su fortuna en tres partes: una la consagraban al templo y a los servidores del templo, otra la gastaban entre los peregrinos y los pobres y la tercera la reservaban para los usos de su familia y para sí. 3. Así, éstos… durante cerca de veinte años vivían en su casa en virtuoso matrimonio sin procreación de hijos. Mas habían hecho voto de que, si por acaso Dios les donaba descendencia, ellos la darían al servicio del Señor, por lo que durante el año solían frecuentar el templo del Señor en las fiestas. II. 1. Y sucedió que se acercaba la festividad de la Dedicación y por eso subió a Jerusalén Joaquín junto con algunos de su tribu. (…) era pontífice Isacar, y viendo (…) a Joaquín con su ofrenda, lo despreció y rechazó sus presentes, preguntándole cómo él, un infecundo, se arrogaba estar entre los fecundos, diciendo que sus dones no podían ser vistos dignos por Dios (…) pues la Escritura llamaba maldito al que no hubiera engendrado varón en Israel. 2. (…) avergonzado Joaquín, se retiró junto a sus pastores (…) y no quiso volver a casa, no fuera que por sus compañeros de tribu fuese notado con el mismo oprobio.

        »III. 1. (…) cierto día, hallándose solo, se puso junto a él un ángel del Señor (…) diciéndole: “No temas, Joaquín, (…) pues soy un ángel del Señor (…) para anunciarte que tus preces han sido oídas y tus limosnas han ascendido a Su presencia (…) Porque Dios es vengador del pecado, no de la naturaleza, y por ello cuando cierra el útero de alguna, lo hace para abrirlo de nuevo más admirablemente y para que se sepa que lo que nace no es fruto de la libídine sino de un don divino (…) 3. Pues Ana, tu mujer, te parirá una hija y la llamarás María por nombre suyo; ésta será, como fue vuestro voto, consagrada desde su infancia al Señor y todavía en el útero de su madre será llena del Espíritu Santo (…) Y así, cuando avance su edad, del mismo modo que ella nacerá por maravilla de una estéril, así también sin parangón, aún virgen, engendrará un hijo del Altísimo, que será llamado Jesús: según la etimología de su nombre, será Salvador de todas las gentes.»

 

LESBOS. Por José Manuel Colubi Falcó

 

Safo (Charles-Auguste Mengin, 1867)

Safo

Charles-Auguste Mengin

1853-1933

 

Amigo de Safo fue Alceo, y en nada más se parecen, pues si en la poesía de aquélla el varón apenas halla lugar, en la de éste es la mujer la excluida; si Safo canta el amor, su compañero, la política, la conspiración, la revuelta. Aristócrata, dado a la Asamblea y al Consejo, desterrado, en el banquete canta a la nobleza para animarla, a esa nobleza superior a los demás, desposeída, y con malas artes, de un poder que le corresponde. Aunque no es suya, sino de Arquíloco, él consagra la metáfora de la nave del Estado.

         No hay completo ni un solo poema suyo; innovador, no por ello desdeña la tradición: Homero, Hesíodo, Arquíloco… pero él da siempre un tono propio a sus creaciones. Formal en los himnos, lo suyo es el canto del banquete, la filosofía del carpe diem (goza el día), el vino quitapenas, la alegría por la muerte del tirano: «Ahora hay que emborracharse y beber sin tino, pues Mírsilo ha muerto»; «Vino, querido muchacho, y verdad»; «Bebamos. ¿Por qué esperar las antorchas de la noche? El día es un dedo.» ¿El día o la vida? Y la melancolía: «El hombre es su dinero: ningún pobre es honrado ni estimado.»

         En Las pastorales o Dafnis y Cloe (s. III d.C.), bellísima novela muy bellamente traducida por don Juan Valera, hallamos la vida rural, el paisaje bucólico y sus dioses (Pan, Ninfas, Eros), la historia de amor de dos jóvenes «que curará el enfermo, consolará al triste, recordará su amor al que amó. Pues nadie escapó nunca de Eros, ni escapará mientras exista la belleza y los ojos vean.» Así dice Longo, su autor.

         Safo, Alceo, Longo, los tres nos eran conocidos, desde muy pronto, por nuestros estudios de bachillerato (siete cursos). Estudiábamos todos Historia y Geografía, Literatura, Filosofía universales y de España, lenguas también universales (latina, griega, española, inglesa, francesa; se echaba de menos el estudio de nuestra lengua vernácula). Dibujo técnico y artístico, y las Ciencias, tan universales: Matemática, Física y Química, Ciencias Naturales. Ello nos inculcaba la idea de la universalidad del Hombre y del Saber (así con mayúsculas). ¿Qué vemos hoy? Un montón de parcelitas, localismo puro.

 

ANTÍGONA. Por José Manuel Colubi Falcó

AntígonayPolinices

Antígona delante del cadáver de Polinices

Nikiphoros Lytras

1832-1904

 

Hace casi un año y en estas mismas páginas describíamos el mito de Edipo, plasmado en el Edipo rey, la más conocida de las tragedias de Sófocles y la que más influencia ha ejercido en las literaturas europeas. Tragedia inmortal ésta, sí, pero no menos ha inmortalizado a su autor la Antígona, cuya representación (422-441 a.C.) le dio gran prestigio ya entonces, tanto que sus paisanos lo eligieron estratego o general. La obra, al igual que aquélla, ha inspirado a dramaturgos modernos, que han sabido recrear un tema siempre de actualidad: Alfieri (1783), J. Anouilh (1944), S. Espriu (1959).

         El drama tiene por escenario Tebas, donde dos hermanos, Etéocles y Polinices, se han dado muerte mutuamente en combate singular, el uno en defensa de la ciudad, que gobierna desde que su padre, Edipo, la abandonara, y el otro, mientras la ataca para alcanzar un poder que, por pacto entre hermanos, le corresponde. El regente y tío de ambos, Creonte, publica un bando por el que otorga honras fúnebres al primero, defensor de la patria, y niega, so pena de lapidación, sepultura al segundo, cuyo cuerpo será presa de perros y aves de rapiña. La orden es un ataque a la humanidad y a la piedad, pues impide que el muerto acceda al Hades, al mundo de los muertos, ya que el entierro no es más que la entrega del cuerpo a los dioses de abajo, lo que se les niega, y, a su vez, ofende a los de arriba, pues deshonra su reino con el cadáver. Y Antígona, hermana de ambos, quebranta esa prohibición.

         Llevada ante su tío, en acalorada discusión, el déspota, convencido de que encarna el poder sin límites del Estado y es su ley, ciego de una soberbia que pretende ser autoridad, no atiende a las razones que la heroína, enérgica, opone: «Las leyes no escritas y firmes de los dioses, que no son de hoy ni de ayer, sino que viven siempre y nadie sabe cuándo aparecieron». Y Antígona, que nació «no para compartir odio, sino para compartir amor (verso 523), hace frente a su destino «sin bodas, sin hijos», el mayor anhelo de una mujer; encerrada en una caverna hasta que los dioses decidan su suerte, se ahorca, y su suicidio arrastra el de su prometido, Hemón, hijo de Creonte, y el de la madre, Eurídice; tres cadáveres que caen, a una, sobre el tirano.

 

EDIPO. Por José Manuel Colubi Falcó

Edipoylaesfinge GustavoMoreau

Edipo y la esfinge

Gustave Moreau

1826-1898

 

No creo equivocarme si afirmo que no hay mito griego que haya alcanzado tanta fortuna como el de Edipo. Desde que Sófocles compusiera sus dos inmortales tragedias (Edipo rey, Edipo en Colono) está presente en las literaturas europeas: latina (Séneca), francesa (Corneille, Voltaire, Gide, Cocteau), inglesa, italiana, española (Martínez de la Rosa); además, el psicoanálisis recurre a él para explicar la tesis de la atracción erótica que el niño siente por la madre y la repulsión por el padre (complejo de Edipo).

         El mito es muy conocido: Layo, rey de Tebas, ha desoído el mandato del oráculo: «No engendres un hijo, cuyo destino será matarte y casarse con tu mujer y madre suya, de la que obtendrá descendencia», y, para obviar el vaticinio, ordena matar al niño. Mas el criado, compasivo, lo expone colgado por los pies de un árbol (de ahí su nombre, Edipo, «de pies hinchados») a la vista de un pastor, que lo lleva a los reyes de Corinto. Educado allí y obsesionado porque un compañero le ha llamado expósito, marcha a Delfos, donde el oráculo le revela su destino. Edipo emprende la ruta contraria y, en una disputa, mata a un viejo —Layo, su padre, a quien no conoce— y su cortejo, salvo un servidor, que escapa, y libera a Tebas de la Esfinge descifrando su enigma (es el hombre el animal de cuatro, dos y tres patas); sube al trono y con la reina, Yocasta, su madre, tiene cuatro hijos. Luego, durante la peste, prorrumpe, ignorante, en imprecaciones contra el asesinato de Layo y proclama su búsqueda hasta que, en una sucesión de escenas de gran dramatismo, es desvelado el secreto: un emisario corintio le revela que es expósito y que fue recogido por él en Tebas, y también el siervo que le expuso y que logró huir cuando mató a Layo. Yocasta se suicida, Edipo vacía sus ojos con un broche y sale de Tebas para errar por el mundo hasta su muerte en Colono. ¿Es Edipo símbolo del hombre juguete del Hado? ¿Dónde está la libertad, dónde la responsabilidad? ¿Lo es de la eterna e inmerecida infelicidad humana? «Lo mejor —dice el coro— es no haber nacido, o volver cuanto antes allá de donde uno ha venido». Idea muy cara a la lírica: así Teognis. Y recordemos también a Calderón: «Pues el delito mayor/ del hombre es haber nacido».

 

EL PERRO. Por José Manuel Colubi Falcó


buscandohombreshonestosTischbein

Diógenes buscando hombres honestos

Johann Heinrich Wilhelm Tischbein

1751-1829

 

Diógenes, apodado Perro, es el más famoso de la secta de los cínicos o perrunos, de aquellos filósofos que predican con la palabra y el ejemplo una existencia acorde con la naturaleza, semejante a la que vive el perro —de ahí su nombre, cínicos, derivado de kyon, perro—, sin necesidades, que no hacen sino atar al hombre y mermar o anular su más preciado don: la libertad.

         La libertad preside su vida y, según él, se alcanza mediante la virtud, en la que distingue la voluntad y su realización por la acción. En la misma ve una función doble, en cuanto que afecta al interior y al exterior; por la primera, el hombre llega a la apátheia, apatía, liberación de los impulsos y pasiones; por la segunda, a la autarquía, autosuficiencia frente a tantas necesidades que se le crean o lo esclavizan. Todo ello lo conseguirá mediante el ejercicio o ascesis. Es la libertad absoluta, a la que no afecta ni siquiera la Fortuna. Ocioso es decir que no admite el Estado y que, consecuente con sus ideas, se siente cosmopolita, ciudadano del mundo.

         Irónico, pugnaz, sobrio, Diógenes es héroe de infinitas leyendas. Sin Estado, sin casa, sin patria, mendigo, vagabundo, con un vivir de cada día, cuando Alejandro Magno le visita, él, tumbado delante del tonel que le sirve de vivienda, dice al rey: «Apártate, que me tapas el sol»; si ve a un niño beber formando un cuenco con sus manos, arroja de la mochila su escudilla y exclama: «Un niño me ha ganado en sobriedad»; puesto a la venta como esclavo, llama la atención del vocero y le dice: «Di: “¿quién quiere comprar un amo?”, no: “¿quién quiere comprar un esclavo?”»; y añade: «Véndeme a éste, que necesita un amo». Así fue, para bien de los hijos del comprador, cuyo preceptor sería. Cuando se le pregunta qué animal muerde más perniciosamente, responde: «De los salvajes, el calumniador; de los domésticos, el adulador»; si se le dice que muchos se burlan de él, no se siente burlado —así la burla es ineficaz—, como tampoco molesto porque los hombres socorran a los mendigos y no a los filósofos: «Porque ser mendigos bien lo esperan, pero no hacerse filósofos».Y la más célebre: a mediodía, en una plaza concurrida, con un candil en la mano busca un hombre: hay gente, pero no hombres, porque no son libres.

 

ADONIS. Por José Manuel Colubi Falcó

Luca_Giordano_Muerte de Adonis

Muerte de Adonis

Luca Giordano

1634-1705

 

«Ése se cree un adonis» es frase que he oído o leído más de una vez de boca de alguna chica o de un personaje de novela, sin que su interpretación, habida cuenta del contexto, planteara dificultades. No obstante, ¿qué es ser un adonis? El DRAE (Diccionario de la Real Academia Española) da la respuesta: «Joven hermoso», y añade el porqué: «Por alusión a la hermosura de Adonis, personaje mitológico». Y a continuación, dentro de la misma familia, otra entrada: Adonizarse: «Embellecerse como un adonis». Antes, en otras, Adónico, Adonio, ya nos ha remitido a Verso adónico, el último de la estrofa sáfica. Y ¿quién fue este jovencito tan hermoso y atractivo? Sobre su origen e historia hay tesis diversas (griego de Chipre o sirio), mas lo sustancias de su leyenda —con alguna variación en los personajes— es lo que sigue:

 

         Mirra (o Esmirna) es hija de un rey (Tías o Cíniras), de quien ella, por maldición de Afrodita, está enamorada; con la ayuda del aya Hipólita logra satisfacer su incestuoso deseo y yace durante once noches con aquél. Mas en la duodécima, el rey y padre suyo se da cuenta del engaño y, enfurecido, quiere matar a la hija, pero Afrodita la protege metamorfoseándola en árbol (el árbol de la mirra). De este árbol, cuya corteza se abre a los diez meses, nace un niño sumamente hermoso y atractivo, Adonis, de quien la diosa del amor queda prendada. Y encomienda su crianza, ¡grave error!, a Perséfone o Proserpina, que, enamorada también del joven, se niega a devolverlo cuando aquélla lo reclama. La contienda, por fin, es zanjada por Zeus: Adonis pasaría un tercio del año con Perséfone, otro tercio con Afrodita y el tercero con la que él quisiera (recuérdese el mito de Deméter). Y él elige a la diosa del amor, la Venus romana. Devoto de la caza y amorosamente cuidado por su divina amante, muere herido por un jabalí en una cacería, sin que la diosa, que acude a socorrerlo y se pincha un pie, pueda evitarlo. De las lágrimas de la diosa nacerán las rosas, coloreadas por la sangre causada por la espina clavada en su pie; de las gotas de sangre de Adonis, las anémonas, y del llanto de Mirra, las lágrimas de mirra, tan apreciadas por los antiguos, no en vano fue uno de los presentes que los Magos ofrecieron al recién nacido Jesús.

 

ORFEO. Por José Manuel Colubi Falcó


Muerte de Orfeo Émile Lévy (1826-1890)

Muerte de Orfeo

Émile Lévy

1826-1890

 

¿Qué es un orfeón? Una sociedad de cantantes en coro, sin instrumentos que los acompañen, dice el Diccionario de la Real Academia Española, y la voz, importación del francés orphéon, que recuerda a Orfeo. ¿Y quién fue Orfeo?

         Poeta y músico legendario, un semidiós, es la figura central de un mito en el que canto, amor y muerte se conciertan en tan perfecta armonía, que logran hechizar al lector. Tracio, hijo de Apolo y de Calíope, la musa de voz hermosa, no es extraño que por herencia paterna y materna tenga unas dotes divinas para el canto y la música. Ésta amansa a las fieras, y a él debemos el proverbio: con su voz y los sones que arranca a la cítara atrae a las bestias, que se acercan mansamente, los peces asoman sus cabezas, detienen su vuelo los pájaros, los árboles danzan… Con esas armas libra de la muerte a los argonautas, triunfando sobre los hechizos de las canoras sirenas. Su amor por Eurídice fue sin ventura. Él ve cómo su amada muere por la picadura de una serpiente y, loco, osa bajar al mundo de los muertos, a los Infiernos, al Hades; su canto y su música enternecen a Cerbero, que le deja entrar. Dicen que la rueda de Ixión detiene su giro perpetuo, que el peñasco de Sísifo queda asentado, que Tántalo olvida sus tormentos, sed y hambre también perpetuas, y que los dioses infernales, conmovidos, acceden al rescate, pero con una condición: él bogará en la barca sin mirar a Eurídice hasta su salida del Hades. Acepta, mas no puede resistir su ansiedad, mira a la amada…, y la pierde para siempre. Melancólico, sin esperanza, su música y melodías resuenan por montes y valles, y en Tracia funda el culto del dios Dioniso, del que excluye a las mujeres.

         Su muerte fue trágica: Venus se venga de Calíope por haberle concedido la posesión de Adonis a Proserpina y hace que las tracias despedacen a Orfeo: ¿furiosas por la exclusión o por su desdén a su sexo? ¿O porque, enamoradas del músico, lo desgarran en su disputa? Las Musas entierran el cuerpo en Piería, al pie del Olimpo, y la cabeza y la lira son arrojadas al río Hebro y llegan a Lesbos. Dicen que la lira es transformada en constelación y que el alma, de blanco, canta para los bienaventurados, en los Campos Elíseos.